miércoles, 19 de diciembre de 2012


EN HUMILDE HOMENAJE A ESA GRAN OBRA "EL HOBBIT".



Todavía lo recuerdo con claridad. Fue una cálida noche de principios de verano. Corría, si no recuerdo mal, el mes de Junio, quizás Julio, de 1.997. Acababa de llegar de casa de un amigo donde aprendía, con más pena que gloria, a tocar la guitarra eléctrica. Me disponía yo a sacar el instrumento de su funda cuando un bulto en el bolsillo para guardar cuerdas llamó mi atención. Sí, claro, al fin recordé de qué se trataba, aunque al principio había pensado que finalmente no trajera conmigo aquel libro que me había prestado mi amigo. Lo cierto es que nunca me habían atraído demasiado las historias de dragones parlantes y enanos enfurruñados y por eso no había mostrado mucho entusiasmo cuando aquel me lo recomendó. ¡Qué diablos! - pensé entonces -, después de todo no tengo nada mejor que hacer hoy. No podía entonces imaginar que acababa de descubrir algo que marcaría el resto de mi vida, y como no puede ser de otra manera, para bien.
 Desde la primera palabra la prosa mágica de Tolkien me atrapó. Sentí cómo mi mente emprendía uno de los más maravillosos viajes que haya realizado nunca. Y lo mejor de todo es que iba acompañado por unos personajes llenos de honestidad, sed de aventuras y gloriosas expectativas. Sus bolsas de viaje iban cuajadas de leyendas e historias arcaicas, donde no había espacio para el aburrimiento. A partir de entonces me vi inmerso durante horas en aquella fabulosa aventura. A cada página descubría un palmo más de esa tierra preñada de leyendas y mitos que en ocasiones se adentraban en el terreno de lo misterioso y lo abrumador. Había cabida para la magia y el humor, pero también para la melancolía, la heroicidad y los momentos más puramente emotivos.


 No exagero un ápice si digo que el autor británico me hizo, a través de sus narraciones, un joven más reflexivo y bondadoso. Aprendí a ver con sus ojos la naturaleza de la tierra que nos rodea y arropa con sus mantos de frescura, y toda la belleza de las cosas realmente importantes. Un punto de inflexión se obró entonces en mi vida, y los ecos de sus positivas consecuencias todavía resuenan en mi alma cada vez que algo me hace decaer, alentándome a seguir soñando, a seguir caminando en pos de mis metas, siempre con el recuerdo vivificante de sus letras bien atesorado en la mochila de mis pensamientos.
 Aquel verano viví mil y una aventuras gracias a aquel libro un tanto viejo y desgastado, surcados sus márgenes graciosamente por los garabatos fruto de la mano infantil de la hermana de mi amigo.
 Yo ya había sido antes víctima del dulce aguijonazo que nos impulsa a algunos a derramar con ilusión nuestros sueños sobre la superficie blanca de algún papel. Pero desde entonces ese mismo pálpito imperioso vio sus fuerzas redobladas y ya no paré de escribir y de buscar aventuras por cuenta propia, dándome de palos con las letras que al principio no se dejaban domeñar. Esbocé mil y una historias, llevé a cabo decenas de relatos y novelas. Al final un día conseguí que una de esas historias llegara a ser publicada y viera la luz de una forma pulcra y accesible al público. A algunos les ha gustado mucho ese primer escarceo mío, (ya más oficial) en el mundo de las letras, a otros no tanto y a algunos seguramente nada. Pero no dejaré de estar orgulloso de ese primer contacto con el gran público, y jamás olvidaré que la pluma firme y cargada de magia de un tal Tolkien, fue la que muchas veces me sirvió de guía a través de los laberínticos mundos que hay más allá de lo tangible, en esas tierras vastas de la imaginación, donde todo es posible. Por supuesto, aún sigo luchando con ilusión para alcanzar nuevas metas y he parido nuevas creaciones que espero puedan pronto ver la luz. Pero siempre tendré esa cuenta pendiente con el universo de la fantasía épica y por tanto algún día, quizás pronto, retornaré para concluir todas esas historias que nacieron fruto de mi pasión por la obra del Señor, John Ronald Reuel Tolkien.
 No podría concluir esta pequeña reflexión sin añadir que, motivado por el reciente estreno de la película basada en el libro, me he decidido por fin a releer, ya por cuarta vez, si no recuerdo mal, esa novela tan importante para mí. Nuevamente recorreré esas grandiosas tierras tocadas por la magia y sentiré, casi como la primera vez, la emoción de descubrir un universo repleto de emociones.

martes, 18 de diciembre de 2012

RESEÑA DE "1936Z LA GUERRA CIVIL ZOMBI" DE JAVIER COSNAVA.



 Javier Cosnava nos adentra mediante esta obra en un universo con profundidad, rico en matices tanto literarios como reflexivos. Aborda un periodo tremendamente dramático y cercano en tiempo y en espacio para nosotros. Los ecos de tan enconados rencores todavía reverberan en el presente con demasiada fuerza, danzando de manera perpetua, como una sombra pérfida, sobre nuestros pensamientos. Es quizás ese uno de los motivos por el cual uno se siente predispuesto a empatizar con esta obra. Pero no cualquiera sabe, por mucho que nos sintamos cercanos a ciertos temas, narrar esos hechos de una forma lo bastante efectiva como para despertar nuestro interés. Mi opinión es que Cosnava lo logra con creces en esta novela.
 Mediante un estilo elegante y jugoso nos lleva de la mano hasta esos tiempos pretéritos donde las luchas fratricidas eran el pan nuestro de cada día. Haciendo uso de un lenguaje en ocasiones poético, en otras preñado de reflexiones muy cercanas a todos y cada uno de nosotros, logra que sintamos cómo la sangre de sus personajes nos salpica en la cara, o cómo los tormentos de los mismos azotan nuestro espíritu como si los hiciéramos propios por el espacio de unas horas.
 La novela aúna fantasía, terror e historia de una manera sublime. No es tarea fácil conjugar esos tres factores en una sola creación, pero Cosnava lo ha logrado de una forma en mi opinión casi perfecta. Las páginas del libro destilan magia pero también terror y acontecimientos profundamente luctuosos.  Es como un viento que va oscilando, azotando nuestro rostro mediante ráfagas de distinta intensidad. Ahora sentiremos el miedo de alguno de los personajes, más tarde la nostalgia que embarga el espíritu de otro distinto, y un capítulo después los horrores de alguna sangrienta batalla. Pero también hay espacio como digo para el mundo de la fantasía, que en este caso no es sino una hermosa metáfora que engloba toda la magia que pueda anidar en el alma del ser humano. Y cuando digo toda la magia, me refiero tanto a la buena como a la mala.

 Los zombis de Cosnava son de los más clásicos. Son muertos vivientes del vudú haitiano y como tales llegan cargados de historias antiguas, creencias lejanas y magias de diversa índole. Ellos encarnarán el dantesco marco de enfrentados sentimientos que tiñó de sangre los campos de nuestra tierra, en un pasado no muy lejano todavía. Sus dientes serán como las balas de los fusiles, arrancando a dentelladas la vida y las creencias de un prójimo que ahora se ha convertido en enemigo irreconocible. Las irreconciliables Españas verán sus tierras divididas, infestadas por facciones de zombis que no son sino los burdos peones en una macabra partida dominada por oscuras majestades, allá desde la cómoda postura de quien mueve los hilos a su antojo.
 Pero no todo es lo que parece y quizás haya sorpresas, sobre todo con respecto a dos entidades que serán las encargadas de dirigir ambos contingentes en esta pugna de poder e ideologías.
 También nos encontraremos personajes que nos son familiares dentro de la historia. Incluso tendremos ocasión de conocer aspectos de los mismos que quizás nos sean totalmente nuevos. ¿Cómo es posible que aquel niño de mente fantasiosa que jugaba a rescatar princesas, luego llegara a ser quien llegó a ser?¿Cómo puede ser que hoy seas el muchacho enclenque del que todos se ríen y mañana la mención de tu solo nombre haga palidecer de miedo a aquellos que viven bajo el yugo de tu poder?
 La prosa utilizada en esta obra por Javier Cosnava es como digo rica en matices y elegante en forma. Como el propio autor ha dicho en alguna ocasión, la narración de la novela es un tanto densa. Pero por mi parte no veo que ello sea algo negativo ni reste agilidad a la historia. Eso sí, esta es una obra que te engancha, pero que al mismo tiempo requiere de un alto grado de atención en algunos de sus pasajes, pues a veces la trama es intrincada y tiene múltiples vertientes.
 Resulta agradable ver cómo el autor nos da una lección de historia bastante bien documentada. Como digo, tendremos la ocasión de reconocer a varios personajes bastantes significativos dentro del periodo de tiempo en el que transcurre la novela. Queda reflejada en sus páginas, con bastante claridad, toda esa pugna interna de poderes en ambos bandos y como en uno de ellos esto se sabe zanjar a tiempo antes de que llegue a enquistarse, ensalzando a un sólo y único líder indiscutible. También Cosnava nos sabe explicar perfectamente cómo en una de las vertientes de esas dos Españas, las huestes no son más que facciones de milicias indisciplinadas, mientras que en la contraria hay un ejército de engranajes bien engrasados.
 No faltarán los momentos épicos, ni el espacio para la emoción y las lágrimas. Pero lo más importante, es que al final hay un pequeño resquicio por donde la magia, la honestidad y el poder de la amistad logran colarse para dar un golpe efectivo, sacudiendo toda esa miseria de muertes sin sentido y luchas fratricidas.
 El libro deja constancia de todos los horrores de tan triste periodo de nuestra historia, pasando por varios episodios bastante significativos como son la férrea defensa de El Alcázar de Toledo,  la masacre de Badajoz por parte del ejército nacional o el intento de revolución del 34, donde los mineros asturianos jugaron un papel importante.
 Debo añadir que, por supuesto, el trato que da el autor a algunos personajes históricos en múltiples ocasiones permite licencias, ya que estamos hablando de una novela que conjuga historia con fantasía. Sin embargo no es difícil en absoluto discernir en la mayoría de los casos dónde termina la realidad histórica y dónde empieza la fantasía. Pero esa fantasía no dejar de ser una extensión más del propio personaje histórico, una maraña de tentáculos alegóricos, surgidos directamente desde las profundidades de esa mentalidad, que cada uno de esos personajes dejó grabada en los ecos del tiempo.
 Una de las cosas que más me han gustado de la obra es la capacidad, ya antes mencionada, que tiene el autor para trasladar todas las emociones de ciertos personajes al lector, logrando que este, como en mi caso, llegue a sentirse azotado por los sentimientos que bullen en ellos.
 En definitiva una novela para leer con mucha atención y detenimiento. Una obra hermosamente narrada, donde el desprecio por la corrupción humana queda perfectamente impregnado en una prosa elegante, pero llena en ocasiones de matices melancólicos. 

miércoles, 12 de diciembre de 2012


                                  ÁRBOL DE NAVIDAD IMPÍO.


Os contaré una historia tan breve como terrible. Una historia que refleja de manera perfecta lo nefasto que puede llegar a ser el renunciar a los principios de uno, con el firme propósito de complacer a alguien querido. 
 Yo siempre he sido una de esas personas que miran con recelo y hastío todo eso de la Navidad. Ya saben ustedes, uno de esos cascarrabias ceñudos, que despotrican constantemente sobre esa montaña de engaños que bombardean nuestros sentidos sin tregua, durante estas fechas. Siempre he visto el asunto de las fiestas  navideñas como una ocasión perfecta, enmascarada con el engañoso invento de un nacimiento sospechosamente manipulado, para drenar nuestras carteras bajo el apetito voraz de unos cuantos magnates al servicio de un comercio ávido de dinero. Bueno, ya conocen la historia: uno más de tantos rancios cansados de que le quieran imbuir con el necio invento de una mentira capitalista y bla, bla, bla.
 El caso es que, como buen cascarrabias, siempre he sido reacio a decorar el salón de mi casa con uno de esos árboles cruelmente decorados con el abotargado peso de ornamentos brillantes. Pero este año, con la sencilla intención de complacer a una persona que significa mucho para mí, y a la que le debo gran parte de mi felicidad en esta vida, me decidí a hacer de tripas corazón y ceder ante el engaño. Sí, ciertamente hice un hueco entre las estanterías atestadas de libros de mi salón y los viejos butacones y en él levanté ese altar en nombre de la mentira. Ese de sinuosas ramas repletas de abigarrados adornos que todos llaman "árbol de navidad". Sin embargo, en un último impulso por preservar parte de mi empecinamiento anti-navideño, preferí no gastar parte de mis ahorros en dicha planta. No, señores míos, en lugar de romper mi hucha y correr hasta la tienda más cercana, lo que hice fue traerme un árbol a cuestas desde el monte colindante a un lugar llamado Villa Nova. Ay, desdichado de mí, que no supe entonces lo que estaba haciendo. Introduje en mi casa esa hedionda cepa, que al principio tan hermosa parecía, sin ser consciente de que lo que conmigo traía era un pedazo del mismo infierno.
 Al cabo de unos pocos días, el tallo de aquel vetusto trozo de naturaleza comenzó a tornarse oscuro y repugnante. Por mucho que lo regaba iba marchitándose cada vez más. Supongo que no era agua de lo que el árbol estaba sediento. Como no supe saciar esa perentoria necesidad de alimento, al final el mismo espécimen tuvo que hacerse cargo de sí mismo. El que ven en la foto de arriba soy yo, atrapado entre las ramas de mi propia codicia. De esto hace apenas un par de noches. Ahora ya he comenzado a escuchar extraños sonidos y se ha despertado en mi estómago un hambre terrible, que no soy capaz de saciar por más que asalto mi nevera. Supongo que ya no es comida normal lo que demandan mis entrañas. 
 Sólo me resta desearles a todos unas "impías y felices fiestas".

sábado, 8 de diciembre de 2012


RESEÑA DE "NOCHE DE DIFUNTOS DEL 38" DE MANUEL MARTÍN.




Esta es una narración perfecta para adentrarse en ese oscuro periodo de la historia de nuestro país, pero desde una perspectiva un tanto diferente, aunque no menos sangrienta. Nos pondremos en la piel de varios personajes muy dispares para sumergirnos en una atmósfera repleta de acción, terror y momentos emotivos. Y donde por supuesto no faltaran, ni mucho menos, zombis.
 Manuel Martín aborda el espinoso asunto de la guerra civil, que sirve siempre como telón de fondo para su historia, desde una respetuosa imparcialidad digna de alabar. Aunque, eso sí, no duda en señalarnos de vez en cuando las vilezas, crímenes y barbaridades perpetrados desde ambos bandos.
 La acción se desarrolla con fluidez, a buen ritmo. Estamos frente a una novela rica en personajes de muy diversa naturaleza y esto aporta un encanto significativo a toda la trama. Es interesante conocer cómo se las van apañando todos estos personajes, para enfrentar juntos una nueva amenaza que va mucho más allá de su principal motivo de disputa. Ahora, todos ellos, tendrán que dejar a un lado sus diferencias ideológicas y políticas para intentar escapar de un peligro que es capaz de superar las barreras de la misma muerte.
 Una de las cosas que más me han gustado es el trato durante toda la obra del factor oscuridad. La noche es algo muy presente a lo largo de toda la historia, jugando a veces un papel muy importante. En ocasiones será un manto donde guarecerse del peligro para aquellos que quieren escapar del horror que se arrastra renqueante y maltrecho en busca de su carne, pero en otros momentos supondrá también un obstáculo, una trampa más en el camino.
 También me ha parecido muy acertado por parte de Manuel el exponer que, aunque se haya nacido en mundos muy distintos, ideológicamente hablando, esto no supone un inconveniente a la hora de aunar fuerzas para buscar una salida y enfrentar juntos un enemigo común.
 Me gustaría señalar que de entre toda la variedad de personajes que enriquecen la novela, he llegado a sentir especial cariño por uno de ellos. Se trata de un tal “Mecha”.
 En definitiva, estamos ante una obra muy entretenida donde además podemos encontrar varios alicientes extra, como es el poder sumergirnos durante algunas horas en un pasado bastante luctuoso, pero que además ha sido espantosamente invadido por un tipo de criaturas bastante desagradables.
 Por último mencionar que los derechos de la obra han sido comprados por la productora “Cactus Flower Producciones” para una posible adaptación cinematográfica, por lo que doy también la enhorabuena desde aquí a Manuel Martín, tanto por su novela, como por esto último. 

sábado, 17 de noviembre de 2012


RESEÑA DE "EL LOBO DE LAS ESTEPAS" DE CONN IGGULDEN.



Temujin es un joven de la estirpe de los lobos; audaces nómadas que cabalgan por las estepas en busca de sustento y lugares propicios donde asentar sus gers. En el seno de su propia tribu goza de los privilegios y el respeto que le corresponden al hijo del jefe, quien gobierna sobre todas las familias con mano firme e ideas claras. El joven de las estepas vive su existencia con intensidad, buscando siempre nuevas aventuras, alimentando de vivencias excitantes cada momento de su vida. Junto a sus hermanos se siente libre y lleno de energía y cuando la primavera trae hasta sus tierras un hálito de calor, no duda en aprovecharlo para correr, soñar y disfrutar del milagro de la vida, siempre en compañía de los suyos. Pero algo está a punto de cambiar. La amenaza de los tártaros, quienes acechan siempre en las fronteras, está presente en cada momento. Sus incursiones son un peligro constante para las familias de los lobos y otras tribus y para los nómadas solitarios que carecen de estirpe. La traición supone un agrio ingrediente más, dentro de la fatalidad que está a punto de cernirse sobre la vida de Temujin. El joven pronto habrá de enfrentarse a las vicisitudes de una nueva realidad, una que sacudirá los cimientos de su antigua dicha. Tendrá que apretar los dientes con rabia y aprender a vivir como un forajido, para llegar a forjar nuevamente un nombre respetable.
 Al final su camino estará marcado por esa profética gota de sangre que brillaba en la palma de su mano al nacer. Será un hombre destinado a sembrar de muerte los campos de las estepas, arrasando a todo aquel que se oponga a sus aspiraciones. Pero al mismo tiempo construirá una unión sin precedentes entre las tribus de sus tierras.
 Esta es la historia de un hombre legendario, aunque lo cierto es que estamos hablando de un personaje histórico bastante conocido. La novela está bien documentada, aunque luego, según palabras del propio autor, se hayan cambiado algunos nombres y algunos otros aspectos sin mayor relevancia. Todo siempre con la sana intención de facilitarnos un poquito más la lectura.
 Nos encontramos ante una novela de ágil lectura, sumamente entretenida y adictiva. Los detalles que el autor nos va proporcionando a lo largo de la historia hacen que uno llegue a sentir la brisa fría azotándole el rostro, el vértigo de las alturas y la tensión de las batallas y los momentos de traición. Los personajes están excelentemente construidos, todos ellos con una personalidad muy definida, tanto, que incluso algunas veces nos anticipamos a sus pensamientos y actitudes.
 Una novela histórica sembrada de tensiones, momentos emotivos y acción bélica de ágil comprensión. Una obra con la que he disfrutado mientras me adentraba en esa época oscura del continente asiático. Y lo mejor de todo es que esto sólo supone el principio de una saga. Gengis Khan apenas acaba de comenzar su cabalgata sangrienta a través de las estepas.



sábado, 13 de octubre de 2012


MI VISIÓN PARTICULAR SOBRE EL MUNDO ZOMBI Y LO QUE ÉSTE NOS HACE SENTIR.


Debido a mi humilde, y a veces un tanto discreta aportación a un género literario como el zombi, que durante los últimos años está gozando de una considerable aceptación entre el público, en numerosas ocasiones me han preguntado mi opinión al respecto de dicha popularidad. En su momento y para la primera presentación de la novela, decidí redactar unas notas que al final terminaron convirtiéndose en una pequeña reflexión que hoy he decidido exponer aquí. Al principio era un simple ejercicio con el que afianzar unas bases, con las que tener luego un tanto allanado el terreno del que sería mi primer “discurso literario”. Luego, como podrán ver, esas notas terminaron convirtiéndose en el texto que dejo a continuación.

El ser humano es muy joven todavía. En realidad, hace apenas un suspiro que lleva habitando sobre la faz de la tierra, si se tiene en cuenta la edad de la misma y la longevidad de otras eras anteriores a la del homo sapiens. Aunque quizás nos parezca mucho tiempo, hace relativamente poco que nos hemos bajado de la rama del árbol a la que antes permanecíamos recelosamente encaramados, siempre vigilantes, siempre alertas a los peligros que acechaban sin descanso, sobre las llanuras plagadas de depredadores en potencia. Hace también muy poco tiempo desde que, por necesidades perentorias, nos hemos tenido que bajar de la relativa seguridad de esas mismas ramas, para buscarnos el sustento y así perpetuar nuestra propia especie. Quizás por ello, aún conservamos en nuestra memoria genética, en el baúl inmenso del inconsciente colectivo, ese apego a la sensación de pánico. El miedo era un útil mecanismo que en los albores de nuestra existencia nos hacía estar siempre alerta ante el peligro. Tal vez echemos de menos esas poderosas inyecciones de adrenalina que inundaban nuestro torrente sanguíneo, cuando el peligro surgía en el momento más inesperado, apareciendo en forma de depredador tras el arbusto en que permaneciera agazapado y silencioso. 
Por ello es comprensible que ahora, en el presente, aún cuando la sensación del miedo más puede suponer un incómodo vestigio del pasado, una sensación paralizante que en nada nos ayuda ya, sigamos sin embargo buscando esa poderosa sensación de la adrenalina recorriendo nuestro cuerpo. Algunos buscan esa gratificante experiencia entregándose de manera voluntaria a los vertiginosos brazos de algún deporte de riesgo. Otros, sin embargo, prefieren pasar unas horas sumergidos en la atmósfera opresiva e intensa de alguna película o novela de terror. Es esta la razón fundamental por la cuál yo pienso que dicho género, aún tras largos años de existencia, sigue gozando de tanta aceptación entre un enorme sector de la población. Algo subyace todavía escondido en algún rincón de nuestro inconsciente, esperando a ser despertado de cuando en cuando, para que podamos vivir esos momentos de tensión, que en el fondo, todavía queremos experimentar en nuestras carnes.
¿Qué mejor manera pues, de rescatar todo ese añorado azote de intensas vivencias, que el de entregarse durante el lapso de algunas horas, a la vívida fantasía de creerse nuevamente rodeados por enardecidos depredadores que buscan nuestra sangre? ¿Y si además de todo ello, esas mismas criaturas que se esconden al acecho, tras la próxima esquina de la calle por donde deambulamos, resultan ser nuestros propios vecinos? He aquí la clave para mí, del éxito que goza en nuestros días el fenómeno zombi. Es sin duda una dosis para muchos necesaria, de la anhelada adrenalina. 
 También podríamos añadir que es un terreno idóneo para encriptar en clave de narración terrorífica, ciertas denuncias a una sociedad en muchos aspectos idiotizada o el potencial que tiene el género para mostrar los lados más deplorables de la humanidad. Pero claro, estos ya serían otros puntos analizados también en el presente blog y por eso quería centrarme en los aspectos arriba mencionados.


miércoles, 10 de octubre de 2012

RESEÑA DE "Y PESE A TODO..." DE JUAN DE DIOS GARDUÑO.



 “Y pese a todo...” fue la primera novela que leí este año 2.012. Aún perdura en mi paladar ese buen sabor de boca que me dejó tras devorarla en apenas un par de días. Todo lo que aquí hable de ella se quedará seguramente corto, pues como digo, hace ya unos cuantos meses que di buena cuenta del libro, y seguramente bastantes detalles se hayan ido diluyendo un poco en mi memoria. Es una pena no haber sufrido antes este repentino arrebato de conservar en clave de reseña todas mis lecturas, pues habría dejado constancia de las impresiones causadas por muchas otras buenas obras, evitando así que se fueran emborronando demasiado en mi memoria.

“Y pese a todo...” es una novela que te engancha desde la primera página. A mi al menos fue lo que me sucedió. El libro arranca con sencillez, sin demasiadas complicaciones, pero al mismo tiempo logrando que nuestra atención no se disperse hacia ningún otro lado. Juan de Dios Garduño nos presenta  en los primeros capítulos a su reducido elenco de personajes. Tan solo cuatro, si contamos con el perro que es la mascota de uno de ellos. Me gustaría aclarar que más adelante, ya bien sea mediante la retrospectiva o ya en el final del libro, también salen más personajes. Sin embargo estos últimos sirven únicamente casi como escenario de fondo, para que no olvidemos que también hubo una humanidad antes del cataclismo que azotó el mundo, y que esa humanidad sigue subsistiendo en alguna parte, quizás en reducidos grupos de refugiados dispersos sobre la faz de la tierra. De este modo, estamos ante una novela que carga todo el peso de la trama sobre estos pocos personajes y es increíble cómo con tan pocos se puede hacer una obra tan entretenida, original y aterradora.
La novela nos cuenta las vicisitudes por las que han de pasar los supervivientes de un mundo azotado por un cataclismo nuclear y bacteorlógico, y siempre desde la visión particular de dos personajes que se han visto confinados a las estrecheces de lo que antes fueran sus hogares, en Bangor, Maine. Salir a por víveres con los que subsistir, cuidar que las defensas que protegen sus casas estén en condiciones o simplemente tomar un poco de aire fresco de vez en cuando, se ha convertido para ellos en una difícil tarea con la que se jugarán la vida. Pero si además de todo esto, tenemos en cuenta que hay ciertas tiranteces, algunos aspectos incómodos entre ambos, podemos imaginar lo duro que es el día a día en ese mundo donde ahora habrán de sobrevivir.
Es fácil imaginar el frío viento ululando durante toda la novela, aportando una atmósfera muy apropiada para que germine la intriga, el terror y un constante sentimiento de peligro al acecho. La blancura de la nieve está muy presente en la historia, y nos hace sentir frío en la piel, mientras casi podemos escuchar los pasos de las botas de los personajes hollando el gélido y argentino manto. La sensación de silencio opresivo nos hace sospechar que en cualquier momento, durante alguna de las arriesgadas incursiones por parte de alguno de los personajes en el pueblo, puede surgir de improviso la amenaza desde cualquier rincón. Porque además, hay que tener muy en cuenta que no estamos hablando de un tipo de zombies precisamente muy típicos. Las criaturas de Juan De Dios Garduño son las más atípicas que he conocido en este tipo de literatura. Ya en la portada podemos observar este detalle. Esto dota de un importante grado de originalidad a la obra. Estamos hablando de unos seres que, digámoslo así, son muy difíciles de ver hasta que los tienes encima. Pero cuando por fin aparecen, demuestran un hambre insaciable y una brutalidad espantosa. Además, no todos ellos son iguales, pues presentan peculiaridades, mutaciones varias y comportamientos desconcertantes. Son un tipo de criaturas que a mí personalmente me han fascinado y considero muy efectivos a la hora de transmitir terror.
Otro punto muy favorable de la novela es la capacidad que tiene Juan de Dios de hacer que nos sintamos en la piel de los personajes. Logra hacer que sintonicemos con todo lo que bulle en la mente de los mismos, que nos posicionemos con sus posturas o tal vez las repudiemos. Sus rencillas y pesares, sus comportamientos, a veces intolerables o incluso un tanto egoistas, aunque también en otros casos admirables, logran que nos los creamos y aceptemos que en verdad son seres humanos que están ahí, pasándolas canutas en un mundo que ha cambiado de manera drástica. Debo confesar que en más de una ocasión he sentido indignación a causa de la manera de pensar de alguno de sus personajes, y esto quiere decir que el autor ha hecho un gran trabajo a la hora de construir y hacer vibrar a esas pequeñas creaciones suyas.
Conforme vamos avanzando hacia el final de la novela, va creciendo poco a poco la sensación acuciante del peligro que vigila en las noches, siempre al acecho, siempre anhelante. Cada sonido sobre la madera, cada peregrino paso y cada visión furtiva que vomita la oscuridad nos hacen temer por la vida de nuestros queridos personajes. El terror les observa desde fuera de sus refugios y a veces llega a resultar paralizante. El circulo se estrecha poco a poco.
Hay espacio para los momentos emotivos durante toda la historia, pero una vez llegados al final de la misma, quizás no pueda el lector evitar verse obligado a disimular un poco sus reacciones. Juan de Dios lo ha logrado, ha hecho posible que llegues a querer de un modo u otro a sus personajes y a temer realmente por sus vidas.
Por todo ello opino que es una novela altamente recomendable, con grandes dosis de originalidad y donde el miedo siempre está presente, impregnando cada una de las páginas.


martes, 9 de octubre de 2012


LA SAGA DE AFRICANUS DE SANTIAGO POSTEQUILLO.




Si hace poco subía aquí una reseña donde analizo mis impresiones sobre la novela “El Espíritu Del Lince” de Javier Pellicer, hoy me aventuro a hacer unas reflexiones sobre una grandiosa saga de otro autor español. Dicha obra trata sobre el mismo conflicto bélico que sirve como marco para aquella. Debo empezar confesando mi absoluta fascinación por tan magna obra. A veces puede parecer que me deshago en elogios con facilidad, pero no es así. Cuando una obra no me convence, simplemente prefiero no pronunciarme mucho sobre ella.
La saga de Africanus es una obra que da gusto paladear con detenimiento, aprovechando al máximo cada sorbo de esa prosa deliciosa. Su larga extensión nos permite ir conociendo en detalle a todos los personajes, hasta el punto de vernos capaces de sentir en nuestra piel sus inquietudes y pesares. Durante su lectura, he lamentado varias veces no poder continuar devorando otro capítulo más, ya bien fuera porque el sueño me vencía, - tarde o temprano todos tenemos que dormir -, o porque las obligaciones me apartaban momentaneamente de la lectura. Pero cada vez que regresaba a ella, encontraba nuevos alicientes para continuar conociendo más rincones, dentro de ese mundo de antiguas civilizaciones que Santiago ha rescatado para nosotros. La saga va alternando con acierto momentos de conspiración, luchas de poder en el Senado y batallas con un sabor épico de lo más emocionante. Los personajes están construidos desde la humanidad más visceral. Son seres que respiran el mismo hálito que alimenta nuestras almas y, por tanto, llegan en momentos determinados a pecar de los mismos fallos que cualquier otro ser humano. Esto los hace más cercanos, a pesar de que estamos hablando de hombres que han alcanzado la categoría de lo legendario. He llegado a sentir cómo la pena que corroía las entrañas de alguno de ellos azotaba mi propio corazón. Esto dice mucho en favor de Posteguillo y su manera de hacernos llegar todo lo que bulle dentro de sus personajes. Otro punto muy favorable es la forma paulatina de profundizar en la mente de esos históricos hombres. A pesar de que la obra contiene un amplio elenco de personajes, el autor se las apaña muy bien para hacer que no olvidemos quién es cada cual, cómo piensa, y cómo será más probable que actúe frente a los retos que le son planteados.
También se nos muestra otra faceta de las guerras. Tan extenuante como el campo de batalla puede llegar a ser una lid entre hombres de saber. La lucha de la razón o la sinrazón es un mundo donde cada envestida ha de ser minuciosamente preparada, cuidada al detalle para que aquel que la esgrima no caiga en las trampas aviesas de su oponente.
Por supuesto también hay espacio para el amor en la saga. Aunque cabe resaltar la forma dramática en la que el autor nos va dibujando unas relaciones, que en ocasiones se ven irremisiblemente deterioradas por las vicisitudes de un mundo sumido en guerras y luchas de poder.
Un rincón especial he reservado durante casi toda la lectura a las figuras de Anibal Barca y su fiel Maharbal. Debo confesar que al principio no me terminaban de caer bien. Veía al primero como un simple instrumento de la guerra, un hombre sediento de conquistas y venganzas, y al segundo como su hombre de confianza sin criterio propio. Pero poco a poco vamos descubriendo qué hay tras toda esa fachada que recubre el espíritu de ambos personajes. Anibal no es tan inhumano y frío ni Marhabal tan falto de personalidad. Al final me he sorprendido a mi mismo cambiando de bando sin ruborizarme. Y es que en un principio, aunque no comulgo ni remotamente con la manera de pensar romana, creí ver un poco más justa la causa de Publio Cornelio Escipión y sus formas de defender su postura ante sus rivales, tanto políticos como militares, tanto del otro lado de las fronteras romanas, como del propio seno de la misma patria. Pero más tarde conocí una faceta del Anibal de Santiago, tan melancólica, de carácter tan reflexivo, que poco a poco fui dejándome fascinar por esa personalidad tan llena de aristas. En sus entrañas anidan por igual la grandeza del conquistador, la perseverancia del que sueña con alcanzar sus metas, el ímpetu de aquel que busca venganza y la melancolía del que está condenado a vivir en el campo de batalla.
Cabe destacar la relación entre esos dos enemigos que son el cartaginés y el romano. Apenas tienen tiempo de estar frente a frente, de verse cara a cara en contadas ocasiones durante toda la historia. Pero claro, a pesar de ello parecen conocerse demasiado bien, debido a la larga guerra que los ha enfrentado como estrategas de bandos opuestos. Incluso el uno puede reconocer parte de él en el otro y esto hace que se respeten a pesar de ser enemigos enconados en el campo de batalla. Hasta cuando sus respectivos mundos les dan la espalda a ambos, vemos un nexo de unión entre los dos generales.
También es destacable la forma de ir dibujando progresivamente el ocaso de esos personajes. Hemos tenido tiempo durante toda la lectura de conocerlos en profundidad, y eso hace que luego sintamos cierta melancolía al ver cómo con el transcurrir del tiempo estos van cambiando. Tras todas esas gestas inimaginables llevadas a cabo por ambos, resulta difícil digerir que en realidad son seres terrenales que también acusan el paso del tiempo. Seres expuestos a traiciones, desilusión y fracasos y no solo a las mieles de la glorias.

Pero esta humilde reseña no podría considerarse completa sin hablar de Plauto. En la saga hay personajes para todos los gustos, me atrevería a decir. Para todos los gustos y para todos los estados de ánimo. Ya hemos hecho un sucinto repaso por los más afamados, pero aún nos quedan muchos más y, entre ellos, uno que también me ha cautivado mucho durante la lectura es el dramaturgo Plauto. Él es el artista, en ocasiones atormentado, en ocasiones soñador y en tantas otras frustrado. Es un hombre que, aunque más bien un antihéroe, ha tenido que conocer las vicisitudes de la guerra con todas sus consecuencias. Ha sobrevivido a mil y un encontronazos con las asperezas de una vida dura y difícil, apretando los dientes y caminando siempre hacia delante, sin rendirse ni consentir que le arrebataran sus sueños. No es difícil llegar a sentirse identificado con un personaje de estas características, pues todos hemos tenido que lidiar en algún momento de nuestras vidas con todas esas dificultades. Puede que Plauto no conozca la grandeza del conquistador que colecciona momentos de gloria arrancados de un campo de batalla, pero sí sabe lo que es luchar con rabia y determinación por aquello que cree. Como digo, es factible ponerse en su pellejo en numerosas ocasiones, y sentir como nuestros los latidos de su corazón. Plauto, un personaje a ratos mundano a ratos soñador, un tipo que se deja querer por lo cercano de sus inquietudes. Por otro lado, como hombre de letras que me considero, o que más bien sueño ser, puede que quizás esto me haya acercado todavía más a la figura de semejante personaje. El consuelo en las frías noches de Plauto era trasladar sus inquietudes a una obra que las plasmará para el resto de los tiempos.

 No podemos olvidar tampoco a los Emilio Paulo, esa familia tan cercana y afín a los Escipiones. Puede que el personaje más importante de esa familia sea la misma Emilia, esposa de Publio hijo, por ser la persona que representa en este caso el pilar firme, aunque siempre distante en el campo de batalla, en el que durante mucho tiempo se sustentó la fe del mismo general. Ella es la penitente que sufre las consecuencias en silencio, observando cómo el mundo y sus locuras danzan de forma macabra en torno a sus seres más queridos. Por otro lado, los cimientos que afianzan el coraje de Anibal tienen nombre también de mujer, en este caso Himilce. Ella supone la eterna promesa que nunca podrá cumplirse, la inocencia prisionera de ese delirio que es la guerra.
En definitiva ésta es una obra con una carga emocional importante, capaz incluso de arrancarte alguna lágrima en algún momento de la lectura. Las batallas se narran con minuciosidad y sin que decaiga el ritmo en momento alguno. Son pasajes épicos de una intensidad asombrosa, donde podemos llegar a sentir incluso el miedo, la sed de gloria o el nerviosismo de esos soldados que tiemblan bajo el frío aguijonazo de la guerra. Es como adentrarse verdaderamente en otro tiempo.
Me gustaría terminar esta reseña mencionando un hecho importante para mí. Todo buen libro, en este casos englobo a los tres que componen la saga, deja con el tiempo algún tipo de poso en las personas. En mi caso, y creanme si digo que no exagero, la obra de Posteguillo me ha ayudado en diversos aspectos. La sabiduría de sus personajes, desplegada tanto en el campo de batalla como en los duros enfrentamientos ante a un senado implacable, así como las reflexiones de toda índole que se desarrollan en las tres novelas, han obrado un cambio importante en mi manera de ver la vida. Un cambio sin duda alguna totalmente positivo.



lunes, 8 de octubre de 2012

RESEÑA DE "INSTINTO DE SUPERVIVIENTE" DE DARÍO VILAS.



Aunque “Instinto de superviviente” es una novela que ya leí a principios de este año, la historia que narran sus páginas aún permanece bastante fresca en mi memoria. Como le he ido cogiendo el gustillo durante las últimas semanas, a esto de reseñar, he pensado que sería justo hacer lo propio con la obra de Darío Vilas, que tan buenas horas de entretenimiento me proporcionó en su día.
Darío, según le he oído confesar a él mismo, es un escritor que suele sentirse más cómodo en el formato de relato corto. Le encanta la magia que encierran esos finales que son el punto fuerte del cuento corto, el momento en el que definitivamente se pondrá de manifiesto si la historia es buena, mala, o simplemente del montón. También le gusta mucho jugar al despiste, conducir al lector por senderos argumentales a su antojo, para quizás distraerle de algunas cosas que se reservará “traicioneramente” para el final. Bajo estas dos premisas ha llevado a cabo la elaboración de una novela que, aunque corta, tiene exactamente todo lo que necesita para ser una buena obra, sin que nada falte ni nada sobre. Con mucha intensidad. Tal vez al principio de Instinto de Superviviente pueda parecernos que estamos ante una novela al más puro estilo clásico, dentro del género al que nos referimos. Nada más lejos de la realidad. Esa impresión pronto se desvanece, al mismo ritmo que ante nuestros ojos va tomando forma la verdadera esencia de la historia.





Esta es una novela que habla principalmente de, según he creído entender, los laberínticos cauces de la mente humana y la forma en que algunas circunstancias pueden causar ciertas secuelas en algunos intelectos. Por tanto, cabe resaltar el carácter de tipo humano y psicológico que impregna el libro. Puede que dicho así parezca un tanto más complejo de lo que en realidad es, pero prefiero no arriesgarme a cometer spoiler, y dejo por tanto un poco ambigua la explicación. De este modo nos encontramos frente a la historia de dos personajes, Damián y Andrés, quienes, sumidos en la confusión y el horror que ha sembrado un holocausto zombie en su ciudad, se ven obligados a buscar escapatoria, dado que ha llegado el momento en que quedarse encerrados en su refugio resulta del todo inviable. Durante esos primeros capítulos ya vamos intuyendo que algo chirría en nuestro inconsciente, gritándonos encarecidamente para que nos demos cuenta de una realidad, que hasta el final de la novela no nos será totalmente revelada. Debo confesar que mientras leía, preferí entrar por voluntad propia en el juego de Darío. Me sentí más cómodo dejándome engañar un poquito, siendo simplemente un observador que se deja llevar, para disfrutar del resto de atractivos que el narrador va desplegando página tras página. Y es que también encontraremos suficientes alicientes en toda la novela, como para que nunca lleguemos a sentirnos aburridos. No faltarán durante la huida de los personajes, hacia un hipotético mejor lugar, los acostumbrados momentos de tensión e incertidumbre que tanto caracterizan a las novelas de este género. Esto propiciará aún más nuestro despiste, que como he dicho en muchos casos puede estar en cierto modo consentido por el propio lector, y hará que nos dejemos cautivar por una historia donde la emoción y las sorpresas nunca faltan. Una buena innovación dentro del género son los llamados faros. Simplemente diré que son un tipo de criatura que cumple unas funciones distintas que el resto de zombies, pero que al fin y al cabo tienen un propósito tan poco inocuo como el de éstos. Y por último está el plato fuerte de la obra, su final, que al igual que en los relatos cortos, resuena como un redoble esclarecedor y sorprendente. Aunque en las últimas páginas podamos entrever una rendija entreabierta a una secuela, y aunque sepamos ya que habrá más novelas relacionadas con esta, me gustaría mencionar que el libro puede perfectamente funcionar como obra autoconclusiva. Por tanto será del agrado tanto de lectores ocasionales, como de aquellos que quizás quieran profundizar un poco más en los universos de Darío. En definitiva una novela intensa, sorprendente y entretenida, apta tanto para aficionados al género como para personas que simplemente se quieran asomar un poco a este mundillo por curiosidad. 


domingo, 7 de octubre de 2012

 RESEÑA DE "EL ESPÍRITU DEL LINCE" DE JAVIER PELLICER.




A principios de este año terminaba yo de leer esa magnífica saga de Santiago Posteguillo, sobre la vida del cónsul romano Publio Cornelio Escipión. Durante la lectura de la extensa obra, me dejé impregnar por toda la magia de esos personajes históricos a los que el escritor español dotó de vida nuevamente, a una distancia de casi 2.200 años de que los reales murieran. En no demasiadas ocasiones he podido emocionarme tanto con la lectura de una obra literaria. Sus personajes son tan humanos y su historia es contada a lo largo de una saga tan extensa, que al final no pude evitar sentir como mías muchas de sus emociones. Poco después conocí la existencia de otra obra que por lo visto se desarrollaba en el mismo marco histórico, pero profundizando allí donde Posteguillo había pasado quizás un poco de puntillas. Se trata de la novela “El Espíritu Del Lince”, de Javier Pellicer Moscardó. Desde el principio intuí que sería una forma magnífica de conocer más detalles sobre ese periodo de la historia, que tanto me había atrapado ya. Una manera de cerrar un poco más ese círculo en torno a las guerras púnicas y las dos antiguas potencias mundiales que antaño hicieran temblar los cimientos de una tierra en constante ebullición.
Si bien Posteguillo desarrolla su maravillosa saga centrando su vista en las dos grandes potencias del Mediterráneo, Javier nos sitúa su historia en esa península ibérica que quedó atrapada en medio de la larga contienda. Allí es donde estallaron numerosos conflictos entre Roma y Cartago, ya que esta última decidió que sería el terreno apropiado, ya no solo para encontrar recursos con los que poder pagar una deuda casi insalvable con Roma, sino también para comenzar un proyecto expansionista que llevaría a los Bárquidas a una de las gestas más increíbles de la historia. Pero Javier, como digo, nos cuenta las vicisitudes de esta contienda desde la visión de esos íberos, que tuvieron que sufrir la tormenta que dos colosos desataron sobre sus tierras.

Javier Pellicer nos adentra de forma hábil en un mundo pretérito donde nuestra propia tierra, lo que hoy consideramos como un país, todavía estaba conformada por una serie de pueblos casi independientes, donde el concepto de unidad aún estaba muy lejano. La sencillez de la narración, no exenta sin embargo de hermosas metáforas y otros acertados recursos literarios, nos va dibujando poco a poco pinceladas de una historia, que desde el principio promete estar salpicada de momentos agridulces. Ese remanso de paz, que casi desde el mismo principio de la obra, nos hace sospechar el inevitable y posterior desencadenamiento de alguna tormenta, es un comienzo idóneo para conocer bastante a fondo a los personajes principales. Después de una inicial profecía, el narrador de la historia, que no es otro que el personaje principal, comienza a relatarnos su vida de manera retrospectiva. Primero hará que sintamos el gozo que conlleva para cualquier joven el despertarse en un mundo lleno de posibilidades, emociones por descubrir y metas que alcanzar. Irá haciendo germinar en nuestro interior la semilla de la empatía, permitiéndonos reconocer en nuestras propias almas las mismas pulsaciones humanas que recorren las entrañas del protagonista. De esta forma iremos llegando poco a poco hasta un punto donde las olas emocionales que mecen el interior de ese personaje, fluyan casi al mismo ritmo que las nuestras. Entonces comenzará a desatar, primero poco a poco, y luego ya de forma más severa, todos esos insufribles tormentos que azotarán la existencia de Icórbeles. A menudo me he sorprendido a mi mismo pensando que era injusto lo que le iba aconteciendo a ese muchacho, que se estaba convirtiendo en hombre de una manera tan estricta y dura. 

Por otra parte, cada peldaño que ascendemos dentro de la obra, nos demuestra de manera inequívoca el buen trabajo llevado a cabo por el autor, en cuanto a documentación histórica se refiere. Todo encaja perfectamente dentro de ese marco histórico donde se desarrolla la trama. Es cierto, como él mismo nos aclara al final de la novela, que ciertas cosas están sujetas por su puesto a la libertad de su imaginación, pero me ha sorprendido gratamente la manera excepcional de hacer que todo encajara sin rechinar en momento alguno. Debo decir que tan solo soy un simple aficionado a la historia y ni mucho menos un experto, pero como ejemplo, podría destacar el hecho de que he tenido la sensación, durante la lectura de El Espíritu del Lince, de que estaba ante el mismo marco histórico que pude ver pefectamente planteado en la obra de Posteguillo. La tarea de un escritor de novela histórica, es justamente llenar esas lagunas históricas que han quedado huérfanas a lo largo de los tiempos, sin que el conjunto de su visión particular parezca demasiado sacado de contexto. Javier lo logra en esta obra de forma impecable. Una de las cosas que más me han cautivado de la novela, es la manera sencilla de hacer que sintamos simpatía por algunos personajes, admiración por otros y pena en muchos casos. Pero en El Espíritu Del Lince también hay cabida para los momentos épicos, el ensalzamiento de la honestidad, los duros avatares de esas decisiones tremendamente difíciles que tanto nos atañen a los seres humanos y las consecuencias de conceptos tan ferros como el honor, la valentía, el egoismo y, por encima de todo ello, los impulsos del mismo corazón. Tampoco la tragedia está ausente en sus páginas. Y por último, al final de la obra nos encontramos un mensaje que corona todo ello, haciéndonos recapacitar sobre las consecuencias que pueden tener en nuestras vidas, el conglomerado de todos esos conceptos antes mencionados. Con su primera novela, Javier Pellicer afianza nuestra fe en que todavía podemos conocer la historia a través de amenos relatos que, aunque salpicados de buenas dosis de imaginación, no nos alejarán de lo verdadero. En resumen, una novela entretenida, instructiva y llena de emoción.


martes, 2 de octubre de 2012


RESPLANDOR ENTRE LAS BRUMAS.




Puedo ver tu rostro plateado reflejándose sobre la superficie de ese lago de aguas oscuras. La noche ha extendido ya su negro manto, pero mientras fluctúan las aguas, en ellas se contempla con claridad esa huella triste que han dejado en ti los largos años de soledad. El viento sopla en las copas de los árboles con sopor, casi como si estuviera cansado y hastío a causa de tu abatimiento. Añoran las hadas del bosque esa sonrisa que antes las hacía danzar con alegría y que ahora una sombra ha velado por completo, dejando huérfanos a los espíritus del bosque. Allí dónde un pequeño remanso de paz agita mis cabellos con ternura, en el mismo corazón del bosque, reposo con calma mi cuerpo, sentado sobre una roca alta. He podido contemplar tu rostro y enseguida supe que algo grave te afligía el corazón. Sin pensarlo, decidiste confesar tus penas al ver que yo mostraba una expresión de experimentada sabiduría. Entonces hablé, levantando mi mano izquierda en un gesto de compasión sobre tu frente perlada de sudor. Esa corona de angustias que ciñe tus cabellos no estará ahí por siempre y si hoy demuestras tu valor y tus fuerzas no abandonan la senda de tu vida, pronto llegarán tiempos mejores, y los hados del destino acompañarán tu alma hacia tierras más hermosas. Yo en otro tiempo entregué también mi ser a los brazos de la desesperación, pero supe levantarme una y mil veces, apretar los dientes con furia y seguir caminando hacia delante. Siempre hacia delante. De no haber sido así jamás habría podido contemplar este amanecer que hoy acaricia mis sentidos, templando con ternura mis pensamientos mientras me arropa en la noche y aleja los temores de mi lado. Nunca permitas que te borren la sonrisa, te roben las esperanzas, o te priven de esa libertad para soñar.

domingo, 30 de septiembre de 2012

            RESEÑA DE "EL CUARTO JINETE" DE VÍCTOR BLÁZQUEZ.






 Ritmo trepidante, multiplicidad de personajes y una narración bastante original son algunas de las premisas de esta primera novela de Victor Blázquez. Aunque soy un lector agradecido con las narraciones que no escatiman en detalles y recursos literarios, debo decir que la presente historia, narrada mediante una fórmula mucho más directa y fluida, goza de numerosas virtudes que atrapan enseguida a todo tipo de lectores. Algunos de los puntos fuertes de la novela son la variedad de personajes, la mayoría de ellos claramente definidos y con vida propia y el hecho, a mi juicio acertadísimo, de no focalizar todo el protagonismo en un solo personaje. Aquí no encontraremos a los típicos héroes virtuosos, que en otras historias parecen gozar de total impunidad ante los peligros que acechan en cada esquina, ni a los malos malísimos que no parecen verse afectados nunca por sus actos de vileza. Todo ello nos sitúa en el marco de una historia donde no sabemos cuándo y por qué podrá caer alguno de los personajes. Esto es un acicate importante a la hora de seguir pasando página tras página, siempre con la sensación acuciante de que nuestro personaje favorito puede ser eliminando de la historia de un plumazo, en el momento menos esperado.
Otra característica que diferencia la obra de Víctor de otras tantas del género, es la figura del narrador. Al principio, antes de la lectura, y conociendo esta premisa, no las tenía todas conmigo con respecto a este tipo de narración. Me parecía una tarea un poco difícil la de narrar una novela haciendo uso de esta figura mencionada. Sin embargo mis dudas fueron enseguida disipadas. El autor sabe perfectamente el terreno que pisa. No en vano, el mundo cinematográfico es para él un escenario de sobra conocido. De esta manera ha dado forma a un tipo de narrador muy cercano, que te lleva de la mano para mostrarte ese hermoso marco de postal donde se desarrollará la historia.

                                                                                                
                                                                                       Durante el transcurso de los primeros capítulos me he sentido ligeramente mareado por la variedad de personajes. Pero esta sensación pronto se ha evaporado, puesto que cada uno de ellos está claramente definido y uno puede ponerse en su pellejo sin ningún tipo de dificultad. También, y por lo menos en mi caso, es de agradecer este “colchón previo de tranquilidad” que Víctor nos concede durante estos capítulos. Me gusta que las historias, por adrenalíticas que sean, nos concedan algún momento de respiro para conocer el terreno y a los personajes. En este caso ese momento de calma está al principio de la novela y lo cierto es que me lo he pasado en grande visitando cada esquina de Castle Hill, siempre acompañado por ese narrador tan peculiar. Los últimos compases nos hacen sentir pena por lo que les ocurre a algunos personajes. Para entonces hemos llegado ya a conocerles lo suficiente como para tenerles cierto apego a algunos de ellos, o incluso asco a algunos otros.

Por último me gustaría mencionar algo que siempre me ha gustado en las novelas del género zombie, o de infectados, que yo englobo en el mismo género. Son historias que normalmente nos hacen recapacitar, a través de las angustiosas vivencias de sus personajes, sobre la insensata mentalidad del ser humano, que durante los últimos tiempos lo ha llevado a navegar casi a la deriva, sobre un océano de egoísmos y una cierta deshumanización. Son obras por lo general con un mensaje social, aunque siempre enmarcado éste dentro de una trama entretenida e intrigante. Quizás por ello la temática no haya sido una simple moda pasajera, y sí una forma artística de trasladar ciertas inquietudes y pensamientos a sus lectores.  Me alegra mencionar que "El Cuarto Jinete" se engloba dentro de esas obras de la temática que hacen bastante hincapié en este tipo de aspectos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

RESEÑA DE "EL MANANTIAL" DE ALEJANDRO CASTROGUER.




Cuando una novela es capaz de hacer que nazca dentro de tu estómago un conglomerado de hondos sentimientos, con respecto a lo que sucede en las entrañas de sus páginas, sin duda alguna, ha de considerarse que la obra es realmente una creación con vida propia. He notado cómo, casi durante toda la lectura de la historia de Abel y Verona, el palpitar profundo de sus vivencias era trasladado en buena medida a los engranajes de mis sentimientos. He experimentando, siempre desde la cómoda postura del lector, protegido por esa barrera espacio-temporal que establece la magia de la literatura, un auténtico “manantial” de sentimientos azotando mi alma. Pero cuidado, porque en algunas ocasiones esa barrera puede ser salvada por aquello que bulle entre las páginas. Puede ser que te veas salpicado por la sangre y otras sustancias no menos desagradables, durante la lectura.
El autor de la novela no escatima en esfuerzos y medios a la hora de escarbar sin piedad alguna hasta lo más recóndito de esas mentes atormentadas, que suponen el portal por el que el lector se adentra en la historia. Hay momentos en los que la dureza de esas vivencias y la cruel meticulosidad del autor, a la hora de narrarlas, hacen que uno sienta en sus propias carnes el tormento vivido por los personajes. Todo esto propicia el nacimiento de múltiples preguntas en el lector. Y cuando una novela hace que te plantees preguntas, sin duda alguna es una novela con un valor añadido. Una de las cosas que más me han maravillado de la obra, es la forma progresiva de hacer que comprendamos, por duro que pueda parecer, que todo lo relatado está más cerca de la realidad de lo que podamos admitir. En un mundo donde prima la supervivencia, donde lo cotidiano ha confinado el alma de los personajes a las paredes de una existencia donde reina, ya no solo la angustia de poder verse convertidos en presas de seres inmundos, sino también la dureza del día a día, puede despertarse el frío aguijonazo en esos personajes, de querer romper la cotidianidad que les rodea. Abel y Verona se entregan por completo a la dictadura de su depravación, al liderazgo visceral de una imaginación corrompida por la drástica ruptura del mundo con la normalidad. De esta manera, a lo largo de los años de dura confrontación con la nueva realidad que les aprisiona en su refugio, han ido adaptando sus “juegos” a la misma sintonía de depravación que flota en el aire que respiran. En “El manantial”, no sólo se rompen las fronteras de la muerte tal y como la conocemos, sino que esto además provoca una drástica alteración de unos individuos vulnerables que, aunque han podido mantener durante mucho tiempo la supervivencia de su carne, no han sabido hacer lo propio con la de sus almas.
 


Es fácil llegar a sentir odio hacia los personajes de la historia, pero al mismo tiempo también es muy probable que uno llegue a sentir lástima. La tristeza de ver cómo un ser humano indefenso puede llegar a transformarse en una bestia sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa, nos hace recordar lo frágil que puede llegar a ser nuestra propia humanidad. ¿Quién puede asegurar a cien por cien, la imposibilidad de que el curso de la historia sea capaz de despertar en él la criatura salvaje que todos llevamos dentro? Quizás rehuyamos constantemente este tipo de preguntas, pero, os lo advierto, la novela que tenemos entre manos puede hacer que nos enfrentemos a esa cuestión más de una y de dos veces, a lo largo de su lectura.
Por otro lado, “El Mantial” es al mismo tiempo una historia de lectura ágil y amena. Una narración bien construida, capaz de mantenernos entretenidos, al mismo tiempo que angustiados, durante un buen puñado de horas. A lo largo de la historia se van desbelando preguntas al mismo ritmo que otras nos son planteadas. Siempre quiere uno saber qué va a pasar con tal o cual personaje e incluso desea que de una vez esa mala bestia lleve su merecido. Es cierto, Abel es víctima al mismo tiempo que verdugo, pero un cierto sentimiento de justicia nos hace desear que caiga el peso de un castigo sobre sus actos deplorables. Hay varios capítulos especialmente duros, pero debo admitir que si Alejandro no hubiera sido tan osado, tan valiente a la hora de arrojar sobre el papel toda la dureza de esta realidad que se ha inventado, la novela perdería un grado importante de sinceridad. Las historias han de contarse con todas las consecuencias, aun cuando pueda parecer innecesario el uso de ciertas descripciones. Como digo, considero que parte de la fuerza de este libro, radica en el hecho de que, tanto Alejandro al hora de redactarla, como de Dolmen a la de publicarla, no han consentido en sesgar ni una sola coma de la narración.
Hete aquí que conforme progresas en la lectura, descubres, entre otras muchas cosas, que quizás no hayas sido justo al focalizar tu ira en mayor grado sobre uno de los personajes. Una visión retrospectiva por parte de uno de ellos, te hace ver la realidad de esos tiempos preteritos donde todavía el mundo no se había ido al garete por completo. A través de esos recuerdos, uno va entretegiendo la tela de la araña de la historia al completo y de este modo se da cuenta de que la maldad anida en todos los personajes, casi por igual. Todo ello, unido a alguna sorpresa un tanto desagradable, conseguirán mantener nuestra atención bien despierta hasta la última página de la narración. Pero hay que tener muy en cuenta que la novela apenas concede tregua alguna en esa sucesión de atrocidades que se van convirtiendo en crudas imágenes en nuestra mente. Cuando uno piensa que ya ha pasado por los trances más ásperos de la historia, de pronto una nueva explosión de violencia sacude nuestros sentidos con más fuerza que antes. Cuando ya no crees posible que el autor pueda ahondar de manera más profunda en el horror, que ya ha urgado cuanto podía en la brecha que saja el alma de los personajes, renace poco a poco un nuevo brote de salvajismo sin parangón. Los últimos capítulos son de una intensidad tal, que llegas a sentir una tormenta de sentimientos encontrados bullendo a flor de piel. Los últimos redobles suenan atronadoramente, mientras descubres, desolado, cómo después de todo aún ha sido despertado dentro de tu pecho un profundo sentimiento de compasión. ¿Cómo es posible que Alejandro, después de habernos hecho odiar a sus persnajes hasta límites inimaginables, aún pueda hacer brotar la empatía en cierto grado, dentro de nosotros?¿Puede haber cabida en nuestra mente para la pena, cuando hemos comprobado las cotas inaguantables de bestialidad que estos individuos han alcanzado sin titubeo alguno? La respuesta en mi caso es rotundamente sí. Y no, no vayan a pensar que soy un depravado miserable a la altura de Abel y de Verona. La expliación a todo esto es mucho más sencilla y comprensible. El autor nos retrotrae en el momento culmen de la historia, a un tiempo donde sus personajes aún eran arruyados en el tierno lecho de una cándida inocencia.

Por: Juan Miguel Fernández.

jueves, 26 de abril de 2012

Tercera presentación de "El Jardín Impío". (Feria del libro de Gijón).


 Cada presentación es un pequeño logro más, una nueva carga de mis pequeñas hordas de muertos resucitados, de esos simpáticos conversos que han sido despojados de todo tipo de humanidad, para transformarse en siervos de una maléfica esencia fruto de mi particular imaginación. Aunque estos primeros compases a la hora de difundir mi obra, no son precisamente lo que se dice multitudinarios, siento sin embargo una honda satisfacción al comprobar cómo, poco a poco, paso a paso, tengo la oportunidad de conocer en cada ocasión a alguna persona más dispuesta a prestar atención por unos minutos a aquello que tenga que contarles. Por supuesto, nunca faltan amigos que me apoyan de manera incondicional y que arropan este humilde surgimiento de una obra que para mí significa el principio de un nuevo camino por recorrer en el mundo de las letras. De entre ellas, como no podía ser de otra manera, siempre siento con especial intensidad el abrazo firme y sincero de la que para mí ya es “mi lugar teniente”. Ella siempre está ahí, entre los presentes, ya bien sea en primera fila o quizás un poco recogida en algún rincón, aportando aliento y esperanza a mi espíritu, regalándome pequeños gestos de complicidad que yo atesoro como el combustible esencial que alimenta la maquinaria de mi fe. Mis logros siempre serán también los suyos, pues de no ser por ese empuje y esa magia que me aporta, mi ilusión no se sustentaría de manera tan firme. Por todo ello, nunca me cansaré de agradecer todo aquello que ella hace para que mis sueños no se vean jamás truncados.
 Aquí dejo como siempre, unas cuantas fotos del evento. 





sábado, 14 de abril de 2012

La Joya de Babilonia.


Ni siquiera todo el cariño y el cuidado puesto por una joven para cuidar un ejemplar de La Joya de Babilonia, la especie de planta más bella y espectacular de los míticos jardines colgantes que ocupan un lugar de honor entre las Siete Maravillas del Mundo, es capaz de evitar que una gran desgracia caiga sobre la familia.
Y si una especie ha sobrevivido tanto tiempo es porque sabe garantizarse su propio sustento…
El Jardín Impío comienza con un espantoso crimen y continúa como un “tour de force” en el que varios personajes comprenden que cuando no alimentas bien a determinado tipo de seres vivos, ellos tienen las herramientas precisas para garantizarse su supervivencia.

viernes, 6 de abril de 2012

SEGUNDA PRESENTACIÓN DE "EL JARDÍN IMPÍO"



Pues he aquí la crónica de una nueva experiencia absolutamente enriquecedora para mí. Como escritor en ciernes que soy, he decidido atesorar todos estos valiosos momentos, dejar constancia de mis sensaciones ahora que aún están latentes y llenas de calor. Lo cierto es que algunas veces me sorprendo a mí mismo al descubrir, a través de este tipo de gratificantes vivencias, una faceta de orador que antes tenía demasiado oxidada y reprimida quizás. Aunque de manera humilde todavía, puedo ver cómo voy labrándome un pequeño camino en este mundo de las letras, siempre a base de ilusión, esfuerzo y el apoyo inestimable de aquellas personas que hacen posible la consecución de este gran sueño. Supone para mí un placer el hecho de poder compartir mi visión del mundo de la literatura, por el cual al fin he comenzado a caminar con mucha más firmeza que antes, con personas tan cercanas a él, tan apasionadas por los entresijos de tan excelso territorio.
 De esta segunda experiencia cabe resaltar el apoyo e interés mostrado tanto por  parte de Oscar, (librería Nexu-4), como por los miembros de la asociación cultural "Amigos de la Narración Gráfica". Desde el principio se mostraron muy acogedores, muy interesados por mi novela y todo lo que hay detrás de ella. Lo cierto es que gracias a las preguntas planteadas, pude comenzar a desgranar un pequeño discurso con el que traladar mis sensaciones al resto de presentes. Mi reprimida faceta de orador está siendo por fin rescatada, como ya antes mencioné, de bajo los polvorientos sotanos de mi, algunas veces, introvertida personalidad. También agreder el interés de Javier Fernández Bilbao, quien ya publicó un relato corto dentro de Antología Z volumen 3 titulado "almas en crudo", y que ya he leído tras adquirir el libro en la propia librería, aprovechando también la ocasión para que uno de los autores me lo firmara. Fue un bonito intercambio de dedicatorias.
Aquí dejo algunas fotos del evento.