lunes, 17 de junio de 2013

UN PEQUEÑO REPASO POR LOS CLÁSICOS I

RESEÑA DE "EL HOMBRE INVISIBLE" DE H.G. WELLS.


La ciencia ficción nos ofrece la oportunidad de explorar territorios casi del todo indómitos, adentrarnos en esas tierras pantanosas que de otra manera nos sería muy difícil, o quizás demasiado peligroso, hollar con nuestras botas. Pero si nos enfundamos el recio y a la vez liviano calzado de la fantasía, para así poder caminar sobre los vertiginosos parajes de una novela, seremos capaces de navegar durante unas horas por esos territorios que son el fruto de hipotéticas ciudades futuristas, o especulativos experimentos que van un poco más allá siempre de la ciencia tal y como la conocemos.
 Aunque seguramente hoy día pudiéramos fantasear sobre la idea de la invisibilidad, pensando en ello como algo no tan lejano e imposible, y leamos en algunas revistas científicas sobre el tema como algo mucho menos descabellado, cuando esta historia fue creada, allá por el año 1897,  todo esto era seguramente una auténtica fantasía muy difícil de alcanzar.  Sin embargo, Wells, nos relata algo semejante de una forma bastante bien razonada, y aunque el sistema llevado a cabo por su protagonista para lograr la invisibilidad, no esté en total consonancia con la realidad y sus consecuencias, he de decir que uno llega a creerse su historia. Con esto quiero decir que, una vez te has adentrado en la novela, puedes apartar a un lado todo escepticismo y el autor logra que te dejes llevar de la mano durante toda la historia. Y yo considero que ese es un punto fundamental en toda novela de ciencia ficción. Es muy importante que uno, aun sabiendo que todo es pura imaginativa desbordante, pueda dejarse engañar por el relato que está leyendo, para así disfrutar de todo lo demás que en él se nos cuenta.
 Una de las cosas que más me han fascinado siempre de esta obra, es la caracterización del personaje principal. Tiene una personalidad claramente definida, y totalmente influenciada por su condición adquirida de hombre invisible. Uno puede imaginarse fácilmente los tormentos asociados a ese estado de "transparencia perpetua" y entiende el pertinaz carácter irascible que acompaña al científico durante sus azoradas desventuras. Al mismo tiempo, resulta fascinante la descripción de las acciones llevabas a cabo por el individuo, siempre teniendo en cuenta que su cuerpo no se puede ver, pero su organismo sigue ahí, cumpliendo las funciones vitales y los procesos digestivos y respiratorios, entre muchos otros. Magistral la manera sencilla pero totalmente gráfica de describir, por poner un ejemplo, el humo de una pipa inundando los invisibles pulmones de Griffin, para luego ser exhalado y dibujar en su trayectoria la forma de su tráquea.
 Al mismo tiempo, resulta divertido conocer las mil y una triquiñuelas que se ve obligado a llevar a cabo el hombre para que otros no adviertan su "cristalina condición", desde la forma en que se viste y disfraza, hasta las posturas que se ve obligado a adoptar cuando come o bebe. 
 A lo largo de las páginas de esta novela corta, iremos acompañando a este hombre que se ha visto atrapado por los frutos de su propio ingenio. Recorreremos lugares repletos de personas a las que habrá de dar esquinazo unas veces, o bien aprovecharse de ellas en otras ocasiones, y sentiremos el frío gélido que atenazará al hombre cuando se vea obligado a ir desnudo, por motivos relacionados con la discreción. No puede faltar en la obra ese otro científico más cabal, quien conocerá la historia terrible que se esconde tras este hombre atrapado en su propia invisibilidad.
 Una novela corta, pero ágil y entretenida, que además nos brinda la posibilidad de volver a fantasear con algo que, como niños en un cuerpo de adulto que somos muchos de nosotros, todos hemos jugado a imaginar alguna vez en la vida.

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