Páginas

sábado, 11 de mayo de 2013

PUERTAS DE FUEGO


RESEÑA DE "PUERTAS DE FUEGO" DE STEVEN PRESSFIELD.


 Resulta verdaderamente emocionante tener la ocasión de recorrer nuevamente esos lugares mágicos, que a uno impactaron en algún momento de su vida. La magia de la literatura nos brinda, entre otras muchas cosas, la oportunidad de realizar ese viaje sin que uno tenga que moverse del asiento. Y es que, a veces, por motivos varios, resulta imposible regresar a ese lugar del mundo que uno quisiera visitar de nuevo de forma física. Pero ahí tenemos ese otro medio de locomoción, siempre fiel y a nuestro servicio.
 La historia de Grecia rebosa momentos de épica, tragedia, misticismo y magia. Un sinfín de acontecimientos cruciales para la historia de Europa  y Asia tuvieron lugar en esa pequeña parte del mundo. Fue el terreno perfecto para que infinidad de héroes llevaran a cabo sus gestas, esas hazañas bélicas que les harían inmortales, grabando con fuego y sangre su nombre sobre la piel de nuestra memoria colectiva. Cuando el país era un conjunto de polis beligerantes, enfrentadas casi siempre entre ellas en interminables guerras fratricidas, hubo algo que las unió por una causa común llamada democracia. La sombra inmensa de un enemigo que extendía su poder al otro lado del Egeo y el Helesponto, subyugando a unos siervos a quienes hostigaba fieramente para que ampliaran los confines de su imperio, hizo que muchos pueblos helenos empezaran a pensar en afilar sus armas. Pero esta vez ya no contra sus vecinos, sino contra ese otro enemigo grande y poderoso que amenazaba su libertad.
 Primero fue Atenas quien enfrentó ese inmenso océano que era la imparable maquinaria persa. Hizo que sus fuerzas, aliadas con las de Platea entre otras, chocaran sin temor contra la gigantesca muralla de un ejercito compuesto por esclavos que peleaban bajo los latigazos implacables de un emperador llamado Darío. En esa ocasión, debido a una festividad sagrada, los espartanos no pudieron entrar en combate a tiempo, pero las fuerzas persas fueron rechazas en la batalla de Maratón.
 Años después la amenaza persa volvió a pisar tierras helenas, esta vez bajo el yugo de un nuevo emperador, llamado Jerjes. Es aquí cuando comienza la historia de la batalla de las Termópilas y de los héroes que en ella perdieron su vida a favor de unas ideas. Y es esa batalla precisamente la principal materia en torno a la que gira esta novela.
 Xeones es un joven que, tras ver cómo su ciudad es arrasada por un enemigo cercano, en una más de esas eternas guerras fraticidas entre pueblos helenos, se acaba convirtiendo en un individuo casi sin identidad, sin una polis que le haga identificarse y estar integrado. Durante un tiempo sobrevivió junto a otras dos personas más como un ser furtivo, subsistiendo malamente gracias a lo que cazaban o robaban a escondidas durante las noches. Pero al final acabó encontrando un nuevo hogar en esa tierra llamada Lacedemonia. Los espartanos, esos hombres nacidos para ser guerreros a jornada completa, y cuya vida era una sucesión de pruebas, a cada cual más dura y difícil, ofrecieron a Xeones la oportunidad de encontrar su propia identidad. A partir de ese momento lucharía por convertirse en un hombre con un destino marcado por ese profético encuentro que tuviera en un bosque, con quien él cree que era el mismísimo dios Apolo. Al final ese mismo destino terminará llevándole a ese momento histórico donde 300 hoplitas espartanos lucharían a muerte, junto con otros pueblos helenos, con la única finalidad de causar bajas a los persas ante el estrecho paso del desfiladero de las Termópilas. Su propósito era dar tiempo a los demás pueblos helenos para prepararse ante el imparable paso de las inmensas tropas de Jerjes.
 La historia nos es narrada en esta novela a través de este joven. Tras haber sido capturado por las fuerzas persas, y en un estado de gravedad que le permite apenas sobrevivir unos días, relata al mismísimo Jerjes lo acontecido no sólo ya durante el transcurso de la batalla, sino mucho antes de ella. Su intención es dejar constancia del estilo de vida de un pueblo que quizás termine siendo arrasado para siempre, borrado de la faz de la tierra y de la historia por un poder inconmensurable como el persa.
 La novela rebosa épica en estado puro. Viviremos en nuestra piel la dureza de los entrenamientos a los que eran sometidos los espartanos. La rigidez y disciplina de estos hombres en el campo de batalla se ve reflejada en la obra de una forma clara. También tendremos ocasión de conocer, en esta versión novelada, ese crucial acontecimiento en detalle, y la personalidad de personajes tan importantes y conocidos como el rey Leonidas o el guerrero Dienekes, cuyas célebres frases pasarían a la posterioridad para verse reflejadas tanto en novelas como libros de historia o películas.
 Una obra francamente emotiva. Aunque uno pueda sentir cierto rechazo con numerosos aspectos de la vida de estos antiguos hombres y su filosofía estricta, dura, cruel y en algunos casos quizás injusta, tampoco se puede negar el hecho de que estos pocos hombres eran personas que luchaban por y para ser libres, y contra millones de esclavos que nacían para ser tan sólo siervos. A pesar de que el propio Leonidas recibió, por parte de Jerjes, más de una oferta para convertirse en caudillo de su imperio, rechazó sin titubeos todas esas oportunidades, pues Esparta no había sido creada para ser la punta de lanza de un imperio, sino un pueblo libre y con identidad propia.
 Como apunte interesante, mencionar que el espartano Dienekes, quien no figura en las películas " El león de Esparta" o "300"  ni en el cómic en que está basada, si tiene un peso importante en esta novela. De hecho, fue uno de los soldados más importantes de la batalla y quien dijo la famosa frase, a modo casi de broma, de que si los persas cubrirían el cielo con sus flechas, así, ellos pelearían a la sombra.
 A continuación dejo un extracto de la novela donde se refleja con pocas palabras, pero con tremanda claridad, tal y como los espartanos acostumbraban, cuál era el pensamiento de estos hombres.

 “ En la actualidad hay dos monumentos conmemorativos en las Termópilas. En el moderno, llamado el monumento a Leonidas, en honor al rey espartano que allí cayó, está grabada su respuesta a la petición de Jerjes de que los espartanos depusieran las armas. La respuesta constó de tres palabras: <<Ven a buscarlas>>.

 El segundo monumento, el antiguo, es una sencilla piedra sin adornos con unas palabras del poeta Simónides grabadas en ella. Sus versos constituyeron quizás el más famoso de los epitafios guerreros:


 Ve a decirles a los espartanos,
 extranjero que pasas por aquí,
que, obedientes a sus leyes,
Aquí yacemos. "




No hay comentarios:

Publicar un comentario