RESEÑA DE NECRONOMICÓN Z DE ALBERTO LÓPEZ AROCA.
Lo cierto es que ya han pasado unas cuantas semanas desde que terminé esta novela, pero como durante el transcurso de las mismas he estado bastante ocupado, hasta hoy no he encontrado tiempo suficiente para sentarme frente a mi ordenador y desglosar esta reseña de la misma. Dicho esto, procedo a dejar aquí constancia de mis impresiones.
Siempre me ha llamado poderosamente la atención la capacidad que tiene Alberto para contarnos exáctamente lo que le apetece en cada momento, independientemente de modas, cánones o estructuras gramaticales establecidas. Esto en ocasiones puede conllevar riesgos añadidos a la hora de hacer vendible una obra, pero en el caso de este autor pienso que logra capear esas posibles dificultades con increíble facilidad. Alberto parece tener muy claro que lo principal es quedar satisfecho personalmente con sus creaciones y luego ya habrá quien las disfrute. No en vano, no dudó en tomarse su tiempo a la hora de pulir y dejar su creación exáctamente como él deseaba y por eso, creo yo, la publicación de la novela se demoró unos cuantos meses más de lo previsto. Y menciono esto porque además considero que Necronomícón Z no es una novela de genero z al estilo clásico.
Este libro me ha parecido, además de una novela entretenida, un curioso homenaje a uno de los autores más queridos por los seguidores del género de terror. Digo lo de curioso porque el autor, utilizando un lenguaje desenfadado y en ocasiones irónico, nos va mostrando diversos aspectos de ese complejo y profundo universo Lovecraftiano. Alberto no trata para ello de emular la forma de narrar los hechos utilizada por el escritor de Providence, (aunque a veces si hace algún guiño jocoso a su peculiar estilo grandilocuente y cargado de adjetivos), sino que, por lo general, hace uso de su propio marchamo para ir juntando las piezas de este puzzle conformado por un rico mosaico de personajes y lugares, que a los seguidores de Lovecraft sin duda nos resultarán bastante familiares.
Uno de los principales atractivos, que no el único, por su puesto, que he encontrado en la obra, es el haber podido reencontrárme con viejos conocidos e incluso descubrir facetas suyas hasta el momento por mí ignoradas. Alberto sabe jugar perfectamente con ese magnetismo que puede ejercer en todo lector amante de las historias de Lovecraft, el que un autor se haga dueño por el espacio de unos cientos de páginas de sus personajes más emblemáticos. Los toma prestados dejando a un lado el pudor, aprovecha sus rasgos más significativos y luego los condimenta con interesantes nuevos aspectos que logran despertar nuestra curiosidad.
La historia presenta unos interesantes tintes de novela policiaca al principio, mientras el narrador nos va presentando esa peculiar ciudad llamada Arkham. Luego lo preternatural va haciéndose paso a machetazos y bofetadas a lo largo de los siguientes capítulos, donde ese foco principal que ejerce sus negras influencias, ese manuscrito maldito redactado por el árabe loco Abdul Alhazred , va desplegando sus putrefactos encantos sobre la piel de este mundo corrupto e incluso mucho más allá de él. Y es que la magia agridulce de esos vastos terrenos que se extienden mucho más allá de la materia y lo tangible tienen también cabida en la obra de Aroca. Esas regias ciudades llenas de esplendor, aunque también horrores innominables, que levantan sus murallas y torreones mucho más allá de los confines del pensamiento, donde las leyes oníricas establecen unos nuevos parámetros de realidad, encuentran en la novela un terreno fértil donde extender sus prolongados tentáculos. El autor va alternando la historia principal, que se fundamenta sobre los cimientos del mítico manuscrito y los avatares que este provoca entre ciertos personajes en distintos lugares y épocas, con los sucesos acaecidos en ese otro plano cósmico donde todo se transmuta y donde las leyes de la física ya no son las mismas.
En la novela hay por supuesto muertos vivientes, pero lo cierto es que tampoco podría decirse que su argumento gira en torno a ellos, sino que se nos habla principalmente de otros asuntos y, cómo no, estrechamente relacionados con ese manuscrito escrito por el árabe loco.
Abundan los festines de entrañas y las orgías de fluidos corporales en diversos episodios especialmente viscerales. Hay un capítulo que recuerdo precisamente por su dureza que, aunque narrado siempre sin perder del todo cierta perspectiva un tanto aligerada por el humor, a veces nos hace retorcernos de puro dolor inducido por las escenas detalladas. Ese capítulo relata los horribles hechos acaecidos en el campo de exterminio nazi "el pequeño Dachau". Dachau fue una espantosa realidad que cuesta creerse y duele rememorar. En esta ocasión, Aroca nos relata los hechos de este otro "pequeño Dachau", donde al parecer un científico degenerado ha estado experimentado con seres humanos hasta límites dificilmente asimilables por una persona normal. Para los seguidores de Lovecraft este último individuo les resultará sin duda muy familiar.
Por último, Aroca nos regala dos deliciosos relatos cortos, a mi juicio de lo más amenos e interesantes, así como una peculiar guía de Arkham.
Aunque en algunos momentos se me ha hecho un libro un tanto complejo debido a los continuos saltos temporales y la diversidad de personajes, en resumidas cuentas me ha parecido un libro muy completo y entretenido.
Uno de los principales atractivos, que no el único, por su puesto, que he encontrado en la obra, es el haber podido reencontrárme con viejos conocidos e incluso descubrir facetas suyas hasta el momento por mí ignoradas. Alberto sabe jugar perfectamente con ese magnetismo que puede ejercer en todo lector amante de las historias de Lovecraft, el que un autor se haga dueño por el espacio de unos cientos de páginas de sus personajes más emblemáticos. Los toma prestados dejando a un lado el pudor, aprovecha sus rasgos más significativos y luego los condimenta con interesantes nuevos aspectos que logran despertar nuestra curiosidad.
La historia presenta unos interesantes tintes de novela policiaca al principio, mientras el narrador nos va presentando esa peculiar ciudad llamada Arkham. Luego lo preternatural va haciéndose paso a machetazos y bofetadas a lo largo de los siguientes capítulos, donde ese foco principal que ejerce sus negras influencias, ese manuscrito maldito redactado por el árabe loco Abdul Alhazred , va desplegando sus putrefactos encantos sobre la piel de este mundo corrupto e incluso mucho más allá de él. Y es que la magia agridulce de esos vastos terrenos que se extienden mucho más allá de la materia y lo tangible tienen también cabida en la obra de Aroca. Esas regias ciudades llenas de esplendor, aunque también horrores innominables, que levantan sus murallas y torreones mucho más allá de los confines del pensamiento, donde las leyes oníricas establecen unos nuevos parámetros de realidad, encuentran en la novela un terreno fértil donde extender sus prolongados tentáculos. El autor va alternando la historia principal, que se fundamenta sobre los cimientos del mítico manuscrito y los avatares que este provoca entre ciertos personajes en distintos lugares y épocas, con los sucesos acaecidos en ese otro plano cósmico donde todo se transmuta y donde las leyes de la física ya no son las mismas.
En la novela hay por supuesto muertos vivientes, pero lo cierto es que tampoco podría decirse que su argumento gira en torno a ellos, sino que se nos habla principalmente de otros asuntos y, cómo no, estrechamente relacionados con ese manuscrito escrito por el árabe loco.
Abundan los festines de entrañas y las orgías de fluidos corporales en diversos episodios especialmente viscerales. Hay un capítulo que recuerdo precisamente por su dureza que, aunque narrado siempre sin perder del todo cierta perspectiva un tanto aligerada por el humor, a veces nos hace retorcernos de puro dolor inducido por las escenas detalladas. Ese capítulo relata los horribles hechos acaecidos en el campo de exterminio nazi "el pequeño Dachau". Dachau fue una espantosa realidad que cuesta creerse y duele rememorar. En esta ocasión, Aroca nos relata los hechos de este otro "pequeño Dachau", donde al parecer un científico degenerado ha estado experimentado con seres humanos hasta límites dificilmente asimilables por una persona normal. Para los seguidores de Lovecraft este último individuo les resultará sin duda muy familiar.
Por último, Aroca nos regala dos deliciosos relatos cortos, a mi juicio de lo más amenos e interesantes, así como una peculiar guía de Arkham.
Aunque en algunos momentos se me ha hecho un libro un tanto complejo debido a los continuos saltos temporales y la diversidad de personajes, en resumidas cuentas me ha parecido un libro muy completo y entretenido.
¡Mil gracias, Juan Miguel!
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