RESEÑA DE NORTHUMBRIA, EL ÚLTIMO REINO, DE BERNARD CORNWELL.
Tejen las hilanderas a los pies de Yggdrasil, el árbol de la vida, el destino de los hombres. Mientras en el salón del Valhalla los espíritus de los guerreros beben, comen y cantan, a la espera del fin de los tiempos, allá en Midgard sus compadres sufren los avatares de ese continuo trajín, que jamás interrumpen las hilanderas. El joven Uhtred ha nacido bajo el creciente fervor del cristianismo, en una Inglaterra que vive a la sombra de las premisas de esa temerosa doctrina. Su propio linaje aún sigue vagamente ligado, en ciertos aspectos, a las casi olvidadas tradiciones paganas. En la misma bandera de su familia todavía puede observarse un vetusto recuerdo de ese pasado. Pero ahora el rumbo que tejen las hilanderas lleva por derroteros más piadosos a la estirpe de ese muchacho, quien por el momento ve subyugadas sus ansias de volar por el peso de la fe que intentan inculcar en él. Hasta que un día los "dragones" llegaron desde el otro lado del mar, partiendo las olas entre lluvias de espuma con sus pechos de madera. Sobre sus lomos llegaban hombres barbados cuyo corazón venía inflamado por la sed de conquistas y sangre. Los remos batían las aguas con vigoroso ritmo, mientras los hombres del norte alzaban sus coros de guerra. Traían consigo las voces de unos Dioses que habían sido apartados por el Credo de la nueva religión. A partir de entonces Uhtred conocerá tiempos más turbulentos, donde la brutalidad y los excesos alternarán su protagonismo con la honestidad, el cariño y el humor más desenfadado. Los vikingos habían llegado a su tierra, y venían con hambre de riquezas y vidas cristianas. Sin embargo Uhtred ya no tenía miedo. El martillo de Thor golpeó con furia sobre su patria, pero de esa lluvia de fragmentos pétreos y terrones de tierra surgieron promesas de emocionantes batallas. La vida del muchacho ya no estará desde entonces condenada al tedio de las largas clases de caligrafía a las que le condenaba el padre Beocca, su mentor particular. No habrá de despellejarse más las rodillas en plegarias fútiles, elevadas a un Dios en el que no cree. Una nueva forma de vida acaba de dar comienzo para el joven hijo de un ealdorman.
En pleno siglo IX los rudos daneses surcan el mar en busca de tesoros, tierras y gloriosas victorias. Bajo el mandato de Ivar "Saco de huesos" y sus hermanos Ubbar y Halfdan, extienden su terror por los territorios de las islas británicas. Con ellos va también Ragnar, ese fornido danés de rubios cabellos y luengas barbas, cuyo buen humor es sólo comparable a la brutalidad de su espada durante la batalla o los encarnizados saqueos. El destino de Uhtred estará profundamente ligado al de este hombre a partir de ese momento. Son tiempos difíciles para Inglaterra y el joven vivirá en medio de esa tempestad de pugnas, sacudido por realidades muy crudas, a las que hará frente con una sed insaciable de lucha.
Esta es una novela que rebosa verdades por los cuatro costados. Y en ocasiones, esa misma realidad es tan cruenta, que uno llega a sentirse un tanto angustiado ante la brutalidad inherente a la raza humana. Pero la historia es así, y así es justo contarla. Nadie escapa a la corrupción, nadie alcanza virtudes piadosas dignas de alabar, pues todos en algún momento u otro comenten atrocidades en este mundo beligerante. Pero también hay espacio en él para la honestidad y el amor. No todo es cercenar cabezas o atravesar estómagos con el filo de una espada bien forjada. Y al final, en cierta medida, vemos cómo estos sentimientos acaban por imponerse, aunque sin llegar a eclipsar esa sed insaciable de sangre que inflama el orgullo de nuestro protagonista.
El libro parece bastante bien documentado, e incluso al final encontramos unas notas que hacen referencia a lo que hay de verdad histórica y lo que hay de ficción. También ahí se nos aclara el hecho de que, la denominación de "vikingo", hace más bien referencia a un estilo de vida que a un pueblo. Un estilo de vida basado en el saqueo relámpago de hombres surgidos del mar, casi como fantasmas ocultos en la niebla.
Cabe resaltar lo bien construidos que están los personajes ficticios. Nos son mostrados con características muy humanas, con todo lo que ello conlleva y de este modo es fácil que nos veamos arrastrados por sus sentimientos. Algunos de mis favoritos son el propio Ragnar el Temerario o ese herrero que servía al padre de Uhtred, aunque este último apenas aperece en unas cuantas páginas. Aunque lo cierto es que lo hace de manera muy significativa, y representa a mi juicio la nostalgia de unas culturas paganas que se han visto en buena medida aplastadas bajo el ferbor del cristianismo.
En definitiva, una muy buena novela donde encontraremos acción, emociones a flor de piel e historia entremezclada con una ficción muy sabiamente encajada. Una lectura a mi juicio muy recomendable. Y lo mejor de todo es que la saga no ha hecho más comenzar.
Tejen las hilanderas a los pies de Yggdrasil, el árbol de la vida, el destino de los hombres. Mientras en el salón del Valhalla los espíritus de los guerreros beben, comen y cantan, a la espera del fin de los tiempos, allá en Midgard sus compadres sufren los avatares de ese continuo trajín, que jamás interrumpen las hilanderas. El joven Uhtred ha nacido bajo el creciente fervor del cristianismo, en una Inglaterra que vive a la sombra de las premisas de esa temerosa doctrina. Su propio linaje aún sigue vagamente ligado, en ciertos aspectos, a las casi olvidadas tradiciones paganas. En la misma bandera de su familia todavía puede observarse un vetusto recuerdo de ese pasado. Pero ahora el rumbo que tejen las hilanderas lleva por derroteros más piadosos a la estirpe de ese muchacho, quien por el momento ve subyugadas sus ansias de volar por el peso de la fe que intentan inculcar en él. Hasta que un día los "dragones" llegaron desde el otro lado del mar, partiendo las olas entre lluvias de espuma con sus pechos de madera. Sobre sus lomos llegaban hombres barbados cuyo corazón venía inflamado por la sed de conquistas y sangre. Los remos batían las aguas con vigoroso ritmo, mientras los hombres del norte alzaban sus coros de guerra. Traían consigo las voces de unos Dioses que habían sido apartados por el Credo de la nueva religión. A partir de entonces Uhtred conocerá tiempos más turbulentos, donde la brutalidad y los excesos alternarán su protagonismo con la honestidad, el cariño y el humor más desenfadado. Los vikingos habían llegado a su tierra, y venían con hambre de riquezas y vidas cristianas. Sin embargo Uhtred ya no tenía miedo. El martillo de Thor golpeó con furia sobre su patria, pero de esa lluvia de fragmentos pétreos y terrones de tierra surgieron promesas de emocionantes batallas. La vida del muchacho ya no estará desde entonces condenada al tedio de las largas clases de caligrafía a las que le condenaba el padre Beocca, su mentor particular. No habrá de despellejarse más las rodillas en plegarias fútiles, elevadas a un Dios en el que no cree. Una nueva forma de vida acaba de dar comienzo para el joven hijo de un ealdorman.
En pleno siglo IX los rudos daneses surcan el mar en busca de tesoros, tierras y gloriosas victorias. Bajo el mandato de Ivar "Saco de huesos" y sus hermanos Ubbar y Halfdan, extienden su terror por los territorios de las islas británicas. Con ellos va también Ragnar, ese fornido danés de rubios cabellos y luengas barbas, cuyo buen humor es sólo comparable a la brutalidad de su espada durante la batalla o los encarnizados saqueos. El destino de Uhtred estará profundamente ligado al de este hombre a partir de ese momento. Son tiempos difíciles para Inglaterra y el joven vivirá en medio de esa tempestad de pugnas, sacudido por realidades muy crudas, a las que hará frente con una sed insaciable de lucha.
Esta es una novela que rebosa verdades por los cuatro costados. Y en ocasiones, esa misma realidad es tan cruenta, que uno llega a sentirse un tanto angustiado ante la brutalidad inherente a la raza humana. Pero la historia es así, y así es justo contarla. Nadie escapa a la corrupción, nadie alcanza virtudes piadosas dignas de alabar, pues todos en algún momento u otro comenten atrocidades en este mundo beligerante. Pero también hay espacio en él para la honestidad y el amor. No todo es cercenar cabezas o atravesar estómagos con el filo de una espada bien forjada. Y al final, en cierta medida, vemos cómo estos sentimientos acaban por imponerse, aunque sin llegar a eclipsar esa sed insaciable de sangre que inflama el orgullo de nuestro protagonista.
El libro parece bastante bien documentado, e incluso al final encontramos unas notas que hacen referencia a lo que hay de verdad histórica y lo que hay de ficción. También ahí se nos aclara el hecho de que, la denominación de "vikingo", hace más bien referencia a un estilo de vida que a un pueblo. Un estilo de vida basado en el saqueo relámpago de hombres surgidos del mar, casi como fantasmas ocultos en la niebla.
Cabe resaltar lo bien construidos que están los personajes ficticios. Nos son mostrados con características muy humanas, con todo lo que ello conlleva y de este modo es fácil que nos veamos arrastrados por sus sentimientos. Algunos de mis favoritos son el propio Ragnar el Temerario o ese herrero que servía al padre de Uhtred, aunque este último apenas aperece en unas cuantas páginas. Aunque lo cierto es que lo hace de manera muy significativa, y representa a mi juicio la nostalgia de unas culturas paganas que se han visto en buena medida aplastadas bajo el ferbor del cristianismo.
En definitiva, una muy buena novela donde encontraremos acción, emociones a flor de piel e historia entremezclada con una ficción muy sabiamente encajada. Una lectura a mi juicio muy recomendable. Y lo mejor de todo es que la saga no ha hecho más comenzar.
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