miércoles, 19 de diciembre de 2012


EN HUMILDE HOMENAJE A ESA GRAN OBRA "EL HOBBIT".



Todavía lo recuerdo con claridad. Fue una cálida noche de principios de verano. Corría, si no recuerdo mal, el mes de Junio, quizás Julio, de 1.997. Acababa de llegar de casa de un amigo donde aprendía, con más pena que gloria, a tocar la guitarra eléctrica. Me disponía yo a sacar el instrumento de su funda cuando un bulto en el bolsillo para guardar cuerdas llamó mi atención. Sí, claro, al fin recordé de qué se trataba, aunque al principio había pensado que finalmente no trajera conmigo aquel libro que me había prestado mi amigo. Lo cierto es que nunca me habían atraído demasiado las historias de dragones parlantes y enanos enfurruñados y por eso no había mostrado mucho entusiasmo cuando aquel me lo recomendó. ¡Qué diablos! - pensé entonces -, después de todo no tengo nada mejor que hacer hoy. No podía entonces imaginar que acababa de descubrir algo que marcaría el resto de mi vida, y como no puede ser de otra manera, para bien.
 Desde la primera palabra la prosa mágica de Tolkien me atrapó. Sentí cómo mi mente emprendía uno de los más maravillosos viajes que haya realizado nunca. Y lo mejor de todo es que iba acompañado por unos personajes llenos de honestidad, sed de aventuras y gloriosas expectativas. Sus bolsas de viaje iban cuajadas de leyendas e historias arcaicas, donde no había espacio para el aburrimiento. A partir de entonces me vi inmerso durante horas en aquella fabulosa aventura. A cada página descubría un palmo más de esa tierra preñada de leyendas y mitos que en ocasiones se adentraban en el terreno de lo misterioso y lo abrumador. Había cabida para la magia y el humor, pero también para la melancolía, la heroicidad y los momentos más puramente emotivos.


 No exagero un ápice si digo que el autor británico me hizo, a través de sus narraciones, un joven más reflexivo y bondadoso. Aprendí a ver con sus ojos la naturaleza de la tierra que nos rodea y arropa con sus mantos de frescura, y toda la belleza de las cosas realmente importantes. Un punto de inflexión se obró entonces en mi vida, y los ecos de sus positivas consecuencias todavía resuenan en mi alma cada vez que algo me hace decaer, alentándome a seguir soñando, a seguir caminando en pos de mis metas, siempre con el recuerdo vivificante de sus letras bien atesorado en la mochila de mis pensamientos.
 Aquel verano viví mil y una aventuras gracias a aquel libro un tanto viejo y desgastado, surcados sus márgenes graciosamente por los garabatos fruto de la mano infantil de la hermana de mi amigo.
 Yo ya había sido antes víctima del dulce aguijonazo que nos impulsa a algunos a derramar con ilusión nuestros sueños sobre la superficie blanca de algún papel. Pero desde entonces ese mismo pálpito imperioso vio sus fuerzas redobladas y ya no paré de escribir y de buscar aventuras por cuenta propia, dándome de palos con las letras que al principio no se dejaban domeñar. Esbocé mil y una historias, llevé a cabo decenas de relatos y novelas. Al final un día conseguí que una de esas historias llegara a ser publicada y viera la luz de una forma pulcra y accesible al público. A algunos les ha gustado mucho ese primer escarceo mío, (ya más oficial) en el mundo de las letras, a otros no tanto y a algunos seguramente nada. Pero no dejaré de estar orgulloso de ese primer contacto con el gran público, y jamás olvidaré que la pluma firme y cargada de magia de un tal Tolkien, fue la que muchas veces me sirvió de guía a través de los laberínticos mundos que hay más allá de lo tangible, en esas tierras vastas de la imaginación, donde todo es posible. Por supuesto, aún sigo luchando con ilusión para alcanzar nuevas metas y he parido nuevas creaciones que espero puedan pronto ver la luz. Pero siempre tendré esa cuenta pendiente con el universo de la fantasía épica y por tanto algún día, quizás pronto, retornaré para concluir todas esas historias que nacieron fruto de mi pasión por la obra del Señor, John Ronald Reuel Tolkien.
 No podría concluir esta pequeña reflexión sin añadir que, motivado por el reciente estreno de la película basada en el libro, me he decidido por fin a releer, ya por cuarta vez, si no recuerdo mal, esa novela tan importante para mí. Nuevamente recorreré esas grandiosas tierras tocadas por la magia y sentiré, casi como la primera vez, la emoción de descubrir un universo repleto de emociones.

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