Que tremendo vacío siento en mi interior cuando tú no estás. Tan sólo la certeza de que siempre mi recuerdo va contigo dónde quiera que estés, apacigua un poco los alocados latidos de este corazón, que ya es tan tuyo como mío. Nunca alcanzaré a saciar del todo esta sed de ti, que inunda mi interior con agitados brotes de deseo. Mis impulsos son ahora fruto en su mayoría de tus miradas, de tus palabras, y del agradable frescor de tus sonrisas. Y esas sensaciones tan intensas como puras, inspiran mi creatividad, y hacen que me entregue una vez más a los brazos de mis estimadas amigas las letras. Ellas me ayudan amablemente a superar esos momentos de silencio, cuando cae la noche, y el sueño se resiste a llevarme a esas tierras mágicas, que hay más allá de esta vigilia incierta. Impregnaste en tan poco tiempo mi espíritu con renovadas fuerzas, que ahora he vuelto a recordar la forma de soñar despierto. Mis agitados pensamientos yacían antes entumecidos y hastíos, llenos del polvo tremendo de la dejadez y el olvido. Sin embargo un día tu mano surgió casi invisible desde tierras lejanas, para sacudir ese coraza de suciedad que subyugaba mis ilusiones más secretas. Tan sólo deseo y espero con todas mis fuerzas, que ese aliento, esa luz de tu mirada, y esa tierna sonrisa que me hacen vibrar como nunca, recorran por siempre la misma senda que los pasos de mi espíritu.
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