RESEÑA DE "LOS ASESINOS DEL EMPERADOR" DE SANTIAGO POSTEGUILLO.
Conspiración, guerras civiles, cataclismos trágicos, intrigas de poder, conquistas épicas, asedios, luchas de gladiadores y un sinfín de experiencias más te esperan al otro lado de la tapa de esta voluminosa primera entrega, de lo que será una nueva saga a cargo del siempre genial Santiago Posteguillo.
La novela arranca ya en medio de una conjura pergeñada por el propio senado para terminar de una vez por todas con lo que se está convirtiendo en una amenaza para el imperio. No se trata ahora ya sólo de mantener las fronteras bien defendidas ante los distintos pueblos bárbaros que acechan al otro lado. Ahora el peligro palpita más vivo que nunca en el propio seno de la ciudad eterna. Cuando lo que se enquista dentro de un imperio es su propio corazón, la solución menos dramática es sencillamente extirpar ese mismo mal de manera tajante, para restablecer el orden bajo el mando de un nuevo emperador alejado de corrupciones y locuras.
La parte inicial de la novela nos sitúa ya en el momento mismo en que está a punto de ejecutarse esa peligrosa operación secreta para derribar a un emperador corrompido por sus locuras y excentricidades. Luego Posteguillo nos deja durante varios cientos de páginas con la intriga de saber cómo terminará esa operación casi suicida. Repentinamente retrocedemos atrás unas décadas para situarnos varios emperadores antes que Domiciano. Tendremos así la ocasión de profundizar en esa Roma imperial que está dejando atrás una dinastía tan importante como la de los Julio-Claudios, para adentrarnos en otra no menos importante como la de los Flavios. Sin embargo, habrá una ardua y escabrosa transición entre ambas familias imperiales, donde la nota predominante será la guerra civil y las intrigas palaciegas, el desorden y la falta de liderazgo firme, en una Roma que amenaza con desmoronarse. Tendremos ocasión de conocer de primera mano a los emperadores más denostados, odiosos y egocéntricos que ha parido la historia de tan longeva hegemonía. Pero al mismo tiempo asistiremos a momentos decisivos, donde podremos apreciar ese ingenio militar nunca huérfano del genio de los estrategas ni la creatividad y el arrojo de los ingenieros más avezados.
Por supuesto, no todo serán emperadores débiles, corruptos o deplorables. También habrá espacio para la sensatez y el aplomo de líderes que conducirán su imperio con mano firme pero sabia, por un camino enfocado en afianzar las fronteras o incluso llevarlas un poco más allá.
Se nos brinda incluso la oportunidad de descender a las cloacas de la Roma imperial, donde podremos presenciar ese submundo tan desconocido y olvidado adonde va a parar todo el desecho de una sociedad donde no faltan los excesos, incluso los de la sangre. Ese mismo fluido vital es derramado en la arena de ese anfiteatro por todos ahora conocido con el nombre de "Coliseo", para deleite de una plebe que está hambrienta de dantescos espectáculos con los que poder olvidar durante un buen rato su vida miserable y apocada.
Vespasiano, Tito o Domiciano son tan sólo algunos de los personajes históricos que podremos conocer a través de la visión de este gran novelista. Asistiremos a la caída de Jerusalem y su saqueo bajo el mando firme de un Tito obstinado hasta las últimas consecuencias. Viviremos los horrores que puede sembrar un monte como el Vesubio cuando está furioso y vomita su ira en forma de mares de ceniza y lava sobre la mítica ciudad de Pompeya. Observaremos los progresos de esa magna obra que en su momento fue el anfiteatro Flavio y por supuesto viviremos la angustia y la tensión con la que los gladiadores luchaban en la arena por su propia vida. Y, cómo no, claro, conoceremos a Marco Ulpio Trajano, ese hispano fiel a su imperio, que estará destinado a convertirse en el primer emperador de la historia de Roma no nacido en la propia capital del imperio.
Al otro lado del Danubio acechan los Dacios a las órdenes de un temerario Decébalo, mientras que los rudos germanos ansían cruzar las fronteras del Rin en su siempre lluviosa tierra. Ambos representan el constante peligro que ejerce presión sobre las fronteras de un imperio que no puede permitirse el desgaste continuo de esas guerras civiles que le hacen balancearse en la cuerda floja.
Especialmente emotivo he encontrado el último capítulo del libro, cuando cierto personaje tiene una audiencia privada con el nuevo emperador.
Una novela que cuenta con todos los ingredientes para hacer las delicias de los amantes de la literatura histórica. Personalmente he quedado más que satisfecho con esta joya de más de mil páginas. Lo mejor de todo es que es sólo el principio de esta nueva saga y todavía queda mucho por llegar. Cuando una novela tan extensa como la que nos traemos entre manos, te hace desear más y más, eso quiere decir que estamos sin duda ante uno de los mejores literatos de nuestros tiempos. Yo al menos así lo veo.
Como curiosidad me gustaría añadir que hay un hecho, algo que al principio parece meramente anecdótico, sobre la vida y las costumbres cotidianas del emperador Domiciano, que en realidad puede tener más importancia de lo que parece. Uno se dice durante la lectura que quizás el autor quiera incidir en ello por alguna razón y lo cierto es que no está equivocado. En las notas históricas que figuran en la parte de los apéndices se nos aclara todo esto y yo no pude reprimir una sonrisa casi de complicidad al ver al fin confirmadas mis sospechas.
Se nos brinda incluso la oportunidad de descender a las cloacas de la Roma imperial, donde podremos presenciar ese submundo tan desconocido y olvidado adonde va a parar todo el desecho de una sociedad donde no faltan los excesos, incluso los de la sangre. Ese mismo fluido vital es derramado en la arena de ese anfiteatro por todos ahora conocido con el nombre de "Coliseo", para deleite de una plebe que está hambrienta de dantescos espectáculos con los que poder olvidar durante un buen rato su vida miserable y apocada.
Vespasiano, Tito o Domiciano son tan sólo algunos de los personajes históricos que podremos conocer a través de la visión de este gran novelista. Asistiremos a la caída de Jerusalem y su saqueo bajo el mando firme de un Tito obstinado hasta las últimas consecuencias. Viviremos los horrores que puede sembrar un monte como el Vesubio cuando está furioso y vomita su ira en forma de mares de ceniza y lava sobre la mítica ciudad de Pompeya. Observaremos los progresos de esa magna obra que en su momento fue el anfiteatro Flavio y por supuesto viviremos la angustia y la tensión con la que los gladiadores luchaban en la arena por su propia vida. Y, cómo no, claro, conoceremos a Marco Ulpio Trajano, ese hispano fiel a su imperio, que estará destinado a convertirse en el primer emperador de la historia de Roma no nacido en la propia capital del imperio.
Al otro lado del Danubio acechan los Dacios a las órdenes de un temerario Decébalo, mientras que los rudos germanos ansían cruzar las fronteras del Rin en su siempre lluviosa tierra. Ambos representan el constante peligro que ejerce presión sobre las fronteras de un imperio que no puede permitirse el desgaste continuo de esas guerras civiles que le hacen balancearse en la cuerda floja.
Especialmente emotivo he encontrado el último capítulo del libro, cuando cierto personaje tiene una audiencia privada con el nuevo emperador.
Una novela que cuenta con todos los ingredientes para hacer las delicias de los amantes de la literatura histórica. Personalmente he quedado más que satisfecho con esta joya de más de mil páginas. Lo mejor de todo es que es sólo el principio de esta nueva saga y todavía queda mucho por llegar. Cuando una novela tan extensa como la que nos traemos entre manos, te hace desear más y más, eso quiere decir que estamos sin duda ante uno de los mejores literatos de nuestros tiempos. Yo al menos así lo veo.
Como curiosidad me gustaría añadir que hay un hecho, algo que al principio parece meramente anecdótico, sobre la vida y las costumbres cotidianas del emperador Domiciano, que en realidad puede tener más importancia de lo que parece. Uno se dice durante la lectura que quizás el autor quiera incidir en ello por alguna razón y lo cierto es que no está equivocado. En las notas históricas que figuran en la parte de los apéndices se nos aclara todo esto y yo no pude reprimir una sonrisa casi de complicidad al ver al fin confirmadas mis sospechas.
Debo reconocer que me gusta la novela histórica pero siempre me da miedo acercarme a estos volúmenes tan extensos. Me da la impresión que me voy a perder entre tantos personajes. La novela me llamaba mucho y por eso la compré. La he cogido varias veces, y como pesa.
ResponderEliminarEl hecho es que después de leer la reseña me ha animado y mucho, ahora tengo unos compromisos pero cuando terminé de leerlos me relajaré con una buena historia de más de mil páginas.
¿Te has animado alguna vez a escribir historia? Para mi el género más complicado de planificar y desarrollar, y por supuesto plasmarlo de manera que el lector no se pierda.
Muy buenas, amigo. Encantado de tenerte por aquí comentando =). Una de las cosas que piensas cuando estás frente a un volumen tan "gordo" es, efectivamente, el tema de los personajes. Pero en mi opinión Posteguillo consigue ir haciendo que uno se familiarice muy bien con cada uno de ellos y no me ha resultado complicado saber cómo es cada cual, ni me he liado entre tantos. Con respecto a lo de escribir novela histórica, pienso que llevas razón. En ese caso la fase de documentación ha de ser bien extensa, elaborada y conciencida. Además, hay que tener en cuenta que cualquier historiador que pueda leer algo así lo verá con ojo experto y pueden mirar una obra de estas características con ojo muy crítico. Personalmente nunca me he atrevido a adentrarme en un terreno tan difícil, pero, quién sabe... Muchas gracias por comentar, amigo =)
ResponderEliminarBueno, he puesto conciencido, jajajajaja, en lugar de concienzudo, pero confío en que se entienda de igual modo.
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