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domingo, 24 de marzo de 2013

             DELIRIOS CÓSMICOS DE UN ESPÍRITU INQUIETO. 


 Algunas veces, los impulsos que manejan nuestra voluntad de manera secreta y misteriosa nos llevan por caminos no planificados. Son arrebatos repentinos de pura espontaneidad, nacidos de un germen cósmico que yace latente en algún recóndito escondrijo de nuestro ser. Son quizás el reflejo de ese pulso celestial que rige con precisión no ortodoxa toda la materia que nos envuelve y que forma parte de nosotros, como nosotros formamos parte de ella, aunque algunas veces parezcamos olvidarlo. Pero no todo es materia, pues más allá de ella hay algo que nuestros sentidos no pueden decodificar. Nuestra mente terrenal, en muchos casos, no alcanza a identificar la naturaleza de esos impulsos. Sin embargo, ese mismo germen ancestral que anida allí donde nuestra parte material se desvanece, para dejar paso a algo menos tangible desde el punto de vista racional, muchas veces nos hace intuir un universo distinto aunque también repleto de misterios por desentrañar. Cuando uno mira al cielo en una noche estrellada, alejado de cualquier aberración sonora, prejuicio o ajetreo carnal, una leve brizna de esa magia hace que esos impulsos ancestrales se vean despertados en nuestro interior. Un revoloteo de divinidad nos hace sentir que hay algo más allá de lo que nuestros ojos pueden contemplar, algo que palpita en nuestro pecho y genera ondas de felicidad casi inexplicable, desatando en la mente una lluvia fresca de sensaciones mágicas.

 A veces siento ese repentino y perentorio arrebato en mi pecho que me obliga a zarandear todas y cada una de las terminaciones nerviosas de mi mente, para ver si así caen de una vez todos esos frutos abotargados de algunas ideas que aún se resisten a ser paridas. Y es que en ocasiones se quedan ahí colgadas molestamente y es preferible darles rienda suelta, aunque quizás ni uno mismo luego las reconozca como propias y llegue a pensar que está ante una prolongación tentacular de su propia locura hecha palabra o acción. Pero, demonios, qué bien se queda uno cuando al fin ha sacudido todas esas inquietudes y las ha dejado ordenadas con delirante pulcritud sobre el amplio alfeizar que hay donde la ventana de sus emociones.

3 comentarios:

  1. Tienes una forma de expresarte impresionante. Ahí es donde se demuestra tu talento y tu potencial, pues la calidad que destilan estas lineas no está al alcance de cualquiera.Pienso en lo que podría salir si te diera alguna vez por escribir de horrores cósmicos... brrrr

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    1. Palabras así motivan y mucho, Javier. La verdad que no siempre me da por escribir este tipo de cosas, ya que, como en el propio texto indico, son fruto de repentinas reflexiones que a uno le vienen de improviso. Pero sí que me gustaría profundizar algún día en este tipo de narrativa. Sin embargo, a veces me dejo desmotivar demasiado por el hecho de ver que mis proyectos ya conclusos no avanzan demasiado y me quedo atorado pensando en ellos. Un abrazo, amigo =)

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  2. Creo comprenderte. Pero piensa que el tiempo, sin duda, pondrá a cada uno en su lugar. Ni se te ocurra desmotivarte. Piensa que tienes lo principal, lo que muchos otros sólo podemos soñar con tener. Explótalo todo lo que puedas. Lo otro, llegará por añadidura ;)

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