Resulta verdaderamente difícil en numerosas ocasiones como la presente, resistir el imperioso impulso de seguir escribiendo. Por ello doy una vez más rienda suelta a este peligroso conglomerado de pensamientos, a este furioso torrente de ideas que fluyen de mi interior para derramarse sobre semejante diario cibernetico.
Hoy no sabía muy bien de qué hablar, hasta que al final recordé un curioso sueño que tuve hace algunos meses. Siempre me ha apasionado sobremanera el mágico mundo de lo onírico, y suelo por ello recordar gran parte de mis vivencias por esas vertiginosas tierras, situadas al otro lado de la vigilia. Es un mundo plagado de sensaciones sobrenaturales, una forma distinta de navegar por el microcosmos de nuestra mente, para así poder contemplar la esencia de nuestras vidas desde una perspectiva que se rige por unas leyes que están fuera del alcance de la física por nosotros aceptada. En los sueños, es como si todo fuera posible, como si las fronteras de lo cotidiano y lo material pudieran expandirse hasta límites insospechados, e incluso deformarse, dejando vía libre a todo cuanto se pueda concebir por una mente humana.
En el mencionado sueño, mi esencia se veía amplificada por diez, con el consecuente desbordamiento de mi potencial, tanto físico, como espiritual. Me hallaba inmerso en el epicentro mismo de una cruenta batalla. A mi alrededor todo era caos, gritos de horror, y sangre derramada que teñía de un rojo fuerte las vastas praderas de mi mente. Miembros amputados yacían lánguidos sobre una estepa coronada por suaves lomas, hordas de rabiosos soldados rodeaban mis mermadas tropas, y un persistente lamento se hacía eco en lo más profundo de mi alma. Sin embargo, recuerdo que jamás cedí ante tan desalentador panorama. Lejos de ello, mi corazón comenzó a latir con furioso arrojo, mientras mi mano esgrimía una espada de considerables proporciones, con fuerza tal, que hasta mis nudillos palidecían por la falta de riego sanguíneo.
El enemigo usaba otro tipo de armas más modernas. Pues también recuerdo cómo los proyectiles que estas escupían se hundían en mi carne, provocando heridas absolutamente incompatibles con la vida. Pero, oh, mágica grandeza de los sueños, en momento alguno sentí que esta se me escapara a través de tan letales orificios. Por el contrario, seguí avanzando con determinación, a la par que exhortaba a mis hombres a hacer lo propio, tras despejar el camino a base de fieros mandobles. A través de aquella dantesca brecha, me hice paso hasta la cima de la loma que gobernaba todo el lugar, para desde tan grandiosa atalaya, proclamar mi victoria con la punta de mi espada apuntando al cielo. Sin embargo, en ese mismo instante un pensamiento acudió a mí, como un rayo que surca una tórrida noche de verano. Era la certeza de que sin la unidad que mis soldados y yo formábamos, mi espada jamás habría sido sustentada por una fuerza tan efectiva, y la gloria conquistada habría formado parte tan solo de... un simple sueño más.
No solo eres un escritor exselente sino que ante todo no olvidas a las personas que te apollan y por ello, tus obras nos siguen llamando con esa fuerza que emana de todo tu ser. Sigue a delante en la batalla del día a día amigo mio. Siempre hacia delante.
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