sábado, 1 de octubre de 2011

Reflexión de un alma atormentada. (Escrito el 20/02/2010)

A veces pienso que es como si una espiral de mala suerte, estuviera absorviendo lentamente mis fuerzas. Son pequeños detalles, a modo de alfileres insignificantes, punzadas de mala suerte que van minando mi moral, un día tras otro. Soy consciente de que ninguna desgracia verdaderamente importante pesa sobre mis espaldas, de que en el fondo puedo considerarme una persona afortunada, sobre todo si tenemos en cuenta las desdichas que atormentan a miles de almas en este mundo. Sin embargo, esas penurias menores que me acucian casi con disimulo, colándose a hurtadillas en la habitación de mis pensamientos, hacen que a veces me desmorone por completo. Seguramente se deba a que en el fondo, soy un ser mucho más débil de lo que en apariencia pueda dar a ver ante el resto de mortales. Con demasiada frecuencia, me interno a solas en las profundidades de mi subconsciente, buscando en vano una respuesta a todo cuanto me atormenta. Allí me espera siempre mi diosa, dispuesta a enjugar mi llanto, y a prestar su regazo para que repose sobre él mis penurias. De todas formas, pienso que algunas veces se espera de mí más de lo que puedo ofrecer, y puede que cause una profunda decepción a algunas personas cercanas. Y sin embargo, tengo la certidumbre de que mis intenciones nunca son mezquinas, tan sólo que tengo mis limitaciones, como ser humano, y como espíritu solitario.

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