EN HUMILDE HOMENAJE A ESA GRAN OBRA "EL HOBBIT".
Todavía lo recuerdo con claridad. Fue una cálida noche de
principios de verano. Corría, si no recuerdo mal, el mes de Junio, quizás
Julio, de 1.997. Acababa de llegar de casa de un amigo donde aprendía, con más
pena que gloria, a tocar la guitarra eléctrica. Me disponía yo a sacar el
instrumento de su funda cuando un bulto en el bolsillo para guardar cuerdas
llamó mi atención. Sí, claro, al fin recordé de qué se trataba, aunque al
principio había pensado que finalmente no trajera conmigo aquel libro que me había
prestado mi amigo. Lo cierto es que nunca me habían atraído demasiado las
historias de dragones parlantes y enanos enfurruñados y por eso no había
mostrado mucho entusiasmo cuando aquel me lo recomendó. ¡Qué diablos! -
pensé entonces -,
después de todo no tengo nada mejor que hacer hoy. No podía entonces imaginar
que acababa de descubrir algo que marcaría el resto de mi vida, y como no puede
ser de otra manera, para bien.
Desde la
primera palabra la prosa mágica de Tolkien me atrapó. Sentí cómo mi mente
emprendía uno de los más maravillosos viajes que haya realizado nunca. Y lo
mejor de todo es que iba acompañado por unos personajes llenos de honestidad,
sed de aventuras y gloriosas expectativas. Sus bolsas de viaje iban cuajadas de
leyendas e historias arcaicas, donde no había espacio para el aburrimiento. A
partir de entonces me vi inmerso durante horas en aquella fabulosa aventura. A
cada página descubría un palmo más de esa tierra preñada de leyendas y mitos
que en ocasiones se adentraban en el terreno de lo misterioso y lo abrumador.
Había cabida para la magia y el humor, pero también para la melancolía, la
heroicidad y los momentos más puramente emotivos.
No exagero
un ápice si digo que el autor británico me hizo, a través de sus narraciones, un
joven más reflexivo y bondadoso. Aprendí a ver con sus ojos la naturaleza de la
tierra que nos rodea y arropa con sus mantos de frescura, y toda la belleza de
las cosas realmente importantes. Un punto de inflexión se obró entonces en mi
vida, y los ecos de sus positivas consecuencias todavía resuenan en mi alma
cada vez que algo me hace decaer, alentándome a seguir soñando, a seguir
caminando en pos de mis metas, siempre con el recuerdo vivificante de sus
letras bien atesorado en la mochila de mis pensamientos.
Aquel verano
viví mil y una aventuras gracias a aquel libro un tanto viejo y desgastado,
surcados sus márgenes graciosamente por los garabatos fruto de la mano infantil
de la hermana de mi amigo.
Yo ya había
sido antes víctima del dulce aguijonazo que nos impulsa a algunos a derramar
con ilusión nuestros sueños sobre la superficie blanca de algún papel. Pero
desde entonces ese mismo pálpito imperioso vio sus fuerzas redobladas y ya no
paré de escribir y de buscar aventuras por cuenta propia, dándome de palos con
las letras que al principio no se dejaban domeñar. Esbocé mil y una historias,
llevé a cabo decenas de relatos y novelas. Al final un día conseguí que una de
esas historias llegara a ser publicada y viera la luz de una forma pulcra y
accesible al público. A algunos les ha gustado mucho ese primer escarceo mío,
(ya más oficial) en el mundo de las letras, a otros no tanto y a algunos
seguramente nada. Pero no dejaré de estar orgulloso de ese primer contacto con
el gran público, y jamás olvidaré que la pluma firme y cargada de magia de un
tal Tolkien, fue la que muchas veces me sirvió de guía a través de los
laberínticos mundos que hay más allá de lo tangible, en esas tierras vastas de
la imaginación, donde todo es posible. Por supuesto, aún sigo luchando con
ilusión para alcanzar nuevas metas y he parido nuevas creaciones que espero
puedan pronto ver la luz. Pero siempre tendré esa cuenta pendiente con el
universo de la fantasía épica y por tanto algún día, quizás pronto, retornaré
para concluir todas esas historias que nacieron fruto de mi pasión por la obra
del Señor, John Ronald Reuel Tolkien.
No podría
concluir esta pequeña reflexión sin añadir que, motivado por el reciente
estreno de la película basada en el libro, me he decidido por fin a releer, ya
por cuarta vez, si no recuerdo mal, esa novela tan importante para mí.
Nuevamente recorreré esas grandiosas tierras tocadas por la magia y sentiré,
casi como la primera vez, la emoción de descubrir un universo repleto de
emociones.
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