martes, 30 de agosto de 2011

Grandioso lamento de esperanza

Hace ya algún tiempo, solía deleitarme vertiendo negro sobre blanco, todas aquellas pesadumbres que asolaban, como una nube de tormenta, cada uno de mis pensamientos. Plasmaba en código de alegoría, todo ese enjambre de pequeñas desdichas que me atormentaban, en el lienzo casi desdibujado, de algún relato a medio camino entre lo truculento, y lo dramático. Pero es que esto suponía para mi el mejor de los bálsamos, contra todo cuanto conseguía deprimirme. El sólo hecho de escupir con fiera determinación tanta rabia, tanta negatividad, hacía que purgara esa ponzoña, liberando mi alma de sus garras implacables. Cada vez que el carboncillo de mi lápiz, ya medio mordisqueado por el ansia fruto del tormento, surcaba con crudeza la superficie de un viejo cuaderno, un gran peso iba siendo trasladado, desde las oscuras profundidades de mi mente, hasta el lecho acogedor de la celulosa. Qué grandiosa terapia, qué magnifico procedimiento de auto-ayuda, fue siempre para mi el apoyo inestimable de las letras. Hoy, meditando con calma sobre todo ello, me he dado cuenta al fin, de que ya no suelen mis escritos contener semejante carga de amargura, aunque siempre sí una pequeña dosis de la misma. Aún persiste en ellos cierto halo de abatimiento, cual ingrediente fundamental, pues no serían parte de mí, si no reflejaran esa decadencia. Tal vez esta merma haya sido el fruto de un lento proceso hacía un lado más positivo, una evolución de mi estado de conciencia hacia un nivel anímico superior. Pero como digo, jamás olvidaré que esa carga dramática formó, forma, y formará parte de mi ser por siempre, y que es elemento intrínseco de mi propio sello. Y es que todavía hoy siento regocijo en mi interior, mientras derramo cual lágrimas de fuego, cada una de esas angustias, que gota a gota, van tomando la forma de palabras, de textos, de gloriosos alaridos, que en el vacío de mi alma, dejan un sabor a fuerza inquebrantable. Vomitar toda tu desdicha, es proferir un grandioso lamento de esperanza.